Regresó acompañado de su esposa, Arsenia, con la que se reunió la víspera en la capital de los Emiratos Árabes Unidos.
22 de julio 2004.
Manila, (EFE).- El camionero filipino Angelo de la Cruz, liberado el martes por sus secuestradores en Irak, llegó hoy a Manila, donde fue recibido como un héroe nacional.
La emoción contenida de días comenzó a desbordarse sobre las 13.30 hora local (5.30 GMT), cuando el avión de la aerolínea Gulf Air y procedente de Abu Dhabi aterrizó en el aeropuerto internacional Ninoy Aquino de Manila y se vio a De la Cruz surgir por la puerta del aparato.
Regresó acompañado de su esposa, Arsenia, con la que se reunió la víspera en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, tras ser liberado en el país vecino por el denominado "Ejército Islámico de Irak".
En la terminal de llegadas internacionales del aeropuerto esperaban siete de sus ocho hijos, además de altos funcionarios y una multitud de periodistas y compatriotas que quisieron darle la bienvenida.
"Agradezco a la presidenta (Gloria) Macapagal Arroyo y al Gobierno por dar prioridad a mi vida. Nunca lo olvidaré", manifestó De la Cruz en tagalo, la lengua filipina, en una rueda de prensa celebrada en el mismo aeropuerto.
Su mujer también tuvo palabras de agradecimiento para todos los que contribuyeron a salvar la vida de su esposo.
El encuentro con la prensa fue breve y De la Cruz se mostró parco en palabras, indeciso cuando le preguntaron si volvería a Irak o a la hora de detallar sus planes de futuro, como si no hubiera tenido aún tiempo para asimilar todo lo ocurrido.
Sobre sus captores, señaló que le "trataron como a un amigo" y comentó que los iraquíes, como los filipinos, son buena gente.
De la Cruz formaba parte de los más de tres mil civiles filipinos "anónimos" que se ganan el sustento en Irak, la mayor parte en campamentos militares, hasta que a principios de mes le secuestró un grupo armado iraquí.
A través de un video difundido por al cadena de televisión Al Yazira, el "Ejército Islámico de Irak" amenazó con matar al rehén si el Gobierno de Manila no sacaba sus tropas del país árabe para el 20 de julio.
No había transcurrido una semana desde que se difundió el ultimátum cuando la presidenta filipina ordenó el repliegue de las tropas en Irak, contando con que desde que comenzó la guerra varios extranjeros han sido secuestrados en aquel país, y de ellos al menos cuatro han sido asesinados.
Estados Unidos, Australia y el propio gobierno provisional iraquí han calificado la decisión de Macapagal Arroyo de "error", por considerar que ha cedido a la extorsión de los terroristas.
A pesar de la reacción de la comunidad internacional, la mayoría de los filipinos respaldó la resolución de su jefa de Estado, quien fue investida presidenta el pasado 30 de junio para un único mandato de seis años.
El 72 por ciento de los residentes en Manila aprobó la decisión de salvar a De la Cruz, según un sondeo de opinión de la sociedad HB&A Research International difundido hoy y realizado entre los días 17 y 18 de julio.
Todavía una proporción mayor, un 81 por ciento, opinó que el Gobierno de Filipinas debe poner el interés nacional por delante de sus compromisos con la coalición que lidera Estados Unidos.
En este contexto y mientras Filipinas da la bienvenida a su nuevo héroe, el embajador de EU en Manila, Francis Ricciardone, anunció que hoy mismo viajaba con destino a Washington, una visita que dijo estaba determinada por motivos personales, pero que también le permitirá mantener contactos con sus superiores.
Los analistas y diplomáticos en Manila entienden que las relaciones entre los dos aliados no se van a resentir a largo plazo, pero sí esperan algún tipo de reacción de la Casa Blanca.
El australiano Peter Wallace, uno de los más reconocidos asesores económicos en Filipinas, opinó que "Filipinas no sólo se enfrenta a un drástico recorte de la ayuda estadounidense, sino también a la pérdida de contratos multimillonarios en la reconstrucción de Irak".