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Asume Al Qaeda ataque a Madrid

EL PAÍS / AP

MADRID, ESPAÑA.- Madrid sufrió ayer uno de los atentados terroristas más sangriento en la historia de Europa. Cuatro explosiones en otros tantos trenes de cercanías causaron al menos 200 muertos y más de 1,500 heridos. Aún cuando en un principio el ministerio del Interior aseguraba que “todo apuntaba” a ETA como la autora de un asesinato colectivo, por la tarde un diario árabe dijo haber recibido un comunicado en el que un grupo islámico, en nombre de la red Al Qaeda, se reivindica los atentados.

El diario Al-Quds al-Arabi recibió el comunicado por correo electrónico en sus oficinas de Londres. En este se comenta que la “escuadra de la muerte de la brigada” penetró “uno de los pilares de la alianza de la cruzada, España”.

Los atentados “forman parte de un saldo de viejas deudas con España, el cruzado y miembro de Estados Unidos en la guerra contra el Islam”, señala el comunicado.

El documento le pregunta al presidente del Gobierno español, José María Aznar: “Aznar, ¿dónde están ahora los Estados Unidos? ¿Quién te protegerá de nosotros a ti, a Gran Bretaña, Japón, Italia y a otros?”.

El mensaje también hacía alusión a un ataque el año pasado contra policías italianos que estaban en Irak.

“A las brigadas Abu Hafs no nos entristecen los llamados civiles”, dijo la declaración en una aparente referencia a los centenares de víctimas del atentado de Madrid.

“Si está bien que ustedes maten a nuestros niños, nuestras mujeres, nuestros ancianos y nuestros jóvenes en Afganistán, Irak, Palestina y Cachemira, ¿cómo va a prohibírsenos a nosotros matar los de ustedes?”, dijo el mensaje.

La nota también advierte que está próximo un gran ataque contra Estados Unidos. Dijeron que los preparativos están listos en un 90 por ciento.

Arnaldo Otegi, portavoz de Sozialista Abertzaleak (brazo político de ETA), declaraba desde el mediodía de ayer, hora de Madrid: “Creo que no ha sido ETA, es la resistencia árabe”. El candidato a presidente del PP, Mariano Rajoy, no citó en su primera intervención de urgencia el nombre de ETA, en todo momento se refirió a los terroristas.

Los terroristas sembraron de bombas, ocultas en bolsas de plástico y mochilas, activadas con temporizadores, cuatro trenes de cercanías que ocupaban el corredor ferroviario que une Atocha (en el centro de la capital) con Guadalajara. Esa línea es utilizada a diario por decenas de miles de trabajadores. En cada convoy pueden viajar hasta 700 personas (200 más de su capacidad máxima teórica). En cada vagón se hacinan a esas horas hasta cien personas. Los trenes pasan por cada estación de la línea Madrid-Guadalajara con una frecuencia inferior a los tres minutos en hora punta.

La acción se sucedió entre las 7:35 y 7:40, cuando la ocupación de los trenes de cercanías por parte de trabajadores, muchos de ellos inmigrantes, supera en muchos casos el 100 por ciento. Las primeras investigaciones policiales apuntan que dos terroristas actuaron desde la estación de Alcalá de Henares.

Al contrario que en otras ocasiones, no se produjo ningún aviso previo y es esta circunstancia la que hacía dudar que la organización terrorista causante de la matanza en Madrid fuera ETA.

Todos los partidos políticos suspendieron ayer su actividad electoral. El rey Juan Carlos y el príncipe Felipe expresaron su “consternación por lo sucedido” y suspendieron todos los actos que tenían previstos. El presidente del Gobierno, José María Aznar, se puso en contacto con el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero y con el secretario general del PP, Mariano Rajoy, los dos principales aspirantes a sucederle, para coordinar las actuaciones tras la masacre ocurrida a tan sólo tres días de las elecciones generales.

El Gobierno está promoviendo la convocatoria de una manifestación bajo el lema: “Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo”. Al mediodía, el Ejecutivo central convocó a los ciudadanos de toda España a que se manifiestaran a partir de las siete de la tarde de ayer.

La secuencia de terror se inició a las 7:35 cuando explotó la primera bomba en un tren estacionado en Atocha. Uno de los heridos por la explosión tuvo que abandonar el tren pasando por encima de las víctimas y relató que el explosivo estaba situado entre un vagón y otro.

A continuación, otra bomba destrozó dos de los vagones de una máquina situada a sólo 500 metros de la primera, frente a los cuarteles de Daoíz y Velarde y una zona residencial del distrito de Retiro.

En este punto se registraron una treintena de muertos y más de 250 heridos, muchos de ellos inmigrantes que acudían al trabajo. Los servicios de emergencia improvisaron un hospital en los antiguos cuarteles, aledaños a la vía férrea.

Las escenas vividas fueron terribles. Las inmediaciones estaban tomadas por las ambulancias y en máxima alerta ante la sospecha de la policía de que hubiera más explosivos. El terrible martilleo de las bombas provocó el caos en la calle de Téllez a escasos metros del tren destrozado.

Joaquín, que había cogido el tren sólo unos minutos antes, en la estación de Entrevías, contó así su experiencia: “Yo venía en el vagón central. Oí las dos explosiones y el tren se paró. Fue como si hubiéramos chocado contra algo, me bajé y eché a andar para huir de allí”. A su lado, una trabajadora rumana, intentaba explicar a su patrona lo ocurrido. La sangre le caía por la cara: “Que alguien me ayude. Estoy aquí”, sollozaba por el teléfono.

Un médico traumatólogo que trabaja en el hospital 12 de octubre escuchó la explosión desde su domicilio, situado a escasos 40 metros de las vías, en la calle de Téllez. “Entré en el vagón y dentro no encontré ni un cuerpo entero. Los cuerpos vivos estaban a 15 metros de donde yo creo que estaba la bomba. Inicié los primeros trabajos de evacuación y una mujer se me murió en los brazos”. En la estación inmediatamente anterior a Atocha, en El Pozo-Entrevías, uno de los barrios más humildes de la capital, hizo explosión una tercera bomba. Y la secuencia mortal terminó con un nuevo estallido en el tren que entraba en la estación de Santa Eugenia. “Fue una imagen dantesca y apocalíptica”, señaló José García, un trabajador que se encontraba cerca de la estación de Santa Eugenia. “Había sangre y restos por todas partes. Estaba todo destrozado”.

Otro testigo indicó: “Creí que era una explosión de gas, sonó muy fuerte, casi me levanta del suelo. Me fui para allá y vi a los bomberos sacando los cuerpos ayudados por motosierra, a gente cargando heridos en los mismos asientos del tren, a gente muerta, despedazada”. Los vecinos se echaron a la calle para ayudar a los heridos con mantas dado que los servicios de emergencia no daban abasto.

Los efectos de las explosiones desbordaron los servicios de emergencia de Madrid, la ciudad sufrió un colapso que se prolongó hasta el mediodía, todos los jueces, secretarios y forenses de la Audiencia Nacional se pusieron al servicio del juez Del Olmo, encargado del levantamiento de cadáveres. La policía nacional aconsejó al juez en las primeras horas tras los atentados que no acudiera al lugar de los hechos ante el temor de que algunas mochilas que habían hallado en los distintos trenes pudieran hacer explosión.

Tras descartar la existencia de más bombas, el juez Del Olmo junto al decano de la Audiencia Ismael Moreno y los fiscales Enrique Molina y Olga Sánchez, cuatro forenses y numerosos secretarios judiciales se desplazaron a los cuatro puntos donde explotaron las bombas para proceder al levantamiento de cadáveres.

La sanidad madrileña dispuso todo su personal para afrontar la terrible masacre desencadenada en la capital. Hasta un millar de heridos y afectados por las bombas fueron trasladados por distintas ambulancias a los centros sanitarios. Para hacer frente a la matanza se activó el Plan de Emergencias Sanitarias, que implica la habilitación de todos los quirófanos de los hospitales, el aplazamiento de todas las operaciones que no fueran de urgencia y la incorporación al trabajo de todo el personal disponible. Decenas de miles de madrileños se lanzaron a la calle sin previo aviso para donar su sangre con la que atender a los múltiples heridos.

Los 24 hospitales públicos madrileños y numerosos centros concertados abrieron sus puertos para atender y salvar la vida de los heridos en la matanza.

Cientos de heridos leves y afectados fueron remitidos a los centros de salud. La consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid solicitó a los ciudadanos que sólo hicieran uso de los números de teléfono de emergencia (112 y 061) en caso de urgencia y que estos servicios no sean utilizados para consultas ordinarias.

La Cruz Roja desplegó dos centros de atención a las víctimas en los lugares cercanos a los puntos de deflagración de las bombas, en la Glorieta de Atocha y en el Pozo del Tío Raimundo.

El atentado en la línea de trenes de Cercanías C-2 de Madrid que presta servicio en el Corredor del Henares (Guadalajara, Alcalá, Atocha). El temor a nuevas explosiones obligó a paralizar todos los trenes regionales y de larga distancia que tienen como origen y destino la estación de Puerta de Atocha. Más de un millón de usuarios resultaron afectados por el atentado de primera hora de la mañana.

Además de la interrupción del servicio ferroviario, el Metro de Madrid también sufrió las consecuencias del atentado. La línea uno del Metro, entre las estaciones de Atocha y Pacífico, un lugar próximo al que se produjeron dos de las cuatro explosiones, se cortó desde las 8:20 de forma inmediata por motivos de seguridad a instancias de la policía nacional. Renfe temía que la situación de colapso se complicara aún más a lo largo de la jornada, ya que por precaución se consideraba necesario revisar todos los trenes que fueran a prestar servicios. Se estima que habrá que extremar las medidas de control en más de 200 trenes sólo en la capital.

Entre 14 y 18 trenes estaban paralizados entre Andalucía y Madrid como consecuencia de los atentados ocurridos en la capital. La compañía Renfe ha habilitado varias líneas de teléfono de atención exclusiva a familiares y afectados por los atentados ocurridos en Madrid. Ha dispuesto los números 900 200 222/ 900 200 215 para que sólo llamen los familiares y los afectados, dada la saturación de las llamadas telefónicas.

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