06 de febrero de 2004.
Moscú, (EFE).- Al menos 39 muertos y 122 heridos es el trágico resultado del nuevo zarpazo del terrorismo en Rusia, con un ataque perpetrado hoy en el metro de Moscú.
El número de víctimas mortales aumenta a medida que son identificados los restos humanos esparcidos por el túnel donde explotó el artefacto, que estaba en el segundo vagón de un tren en el tramo entre las céntricas estaciones de Pavelétskaya y Avtozavódskaya.
Según el viceministro ruso de Interior, Alexandr Chekalin, la bomba estalló junto a la primera puerta del segundo vagón del tren y la explosión "deformó" dos vagones.
El Ministerio del Interior dijo que son al menos 39 los muertos y que hay 122 personas hospitalizadas, pero los equipos de rescate elevan el número de fallecidos a medio centenar y el de heridos a unos 150.
Según datos preliminares de la Administración capitalina, el artefacto explosivo estaba oculto en "una enorme maleta".
El reducido espacio cerrado donde se produjo la explosión "multiplicó su potencia", indicaron los expertos, de modo que la onda expansiva "reventó el vagón".
"El vagón donde se produjo la explosión parecía un barril reventado, sus puertas se abrieron como alas de mariposa y tratamos de no mirar hacia dentro", relató Mijaíl, uno de los pasajeros del cuarto vagón del tren siniestrado, que logró salir con vida de una travesía que realiza a diario.
En el momento del atentado, el tren se desplazaba a unos 60 kilómetros por hora, por lo que tras la explosión recorrió unos 300 metros arrastrando por delante los dos primeros vagones desgarrados y deformando el tercer vagón.
En medio del irritante humo y el olor a plástico y carne quemada, Mijaíl recorrió casi dos kilómetros junto con otros centenares de pasajeros, hasta poder salir a la superficie.
Los equipos de rescate y los bomberos, que acudieron al lugar unos 30 minutos después de la explosión, sí tuvieron que afrontar el dantesco cuadro de trozos humanos esparcidos entre hierros retorcidos y cenizas regadas de sangre. Algunos restos fueron recogidos hasta de los techos de los vagones.
La onda expansiva, multiplicada por el espacio cerrado, fue tal que un trozo de metal quedó incrustado en la pared de hormigón del túnel.
Poco después de difundirse la noticia, la capital rusa estaba tomada por la policía y los servicios de seguridad, que desplegaron el plan Uragán-4 (Tormenta) para capturar a los cómplices de la terrorista suicida que presuntamente colocó la bomba.
Aumentaron las patrullas de la policía, que fueron reforzadas con un 30 por ciento de personal, y las fuerzas del orden tomaron bajo estricto control las bocas de metro, estaciones ferroviarias, aeropuertos y edificios estatales.
Simultáneamente, se difundió la orden de captura de dos mujeres y un hombre sospechosos, cuyas imágenes fueron captadas por las cámaras del metro, y también de búsqueda de un automóvil Toyota Corolla color gris.
Las primeras reacciones políticas al atentado salpicaron la campaña para las elecciones presidenciales que el próximo 14 de marzo se celebran en Rusia, en las que Vladímir Putin busca la reelección. Los líderes chechenes independentistas se apresuraron a desvincularse del atentado.
Una declaración difundida por los independentistas expresa la convicción de que "tarde o temprano, como en anteriores atentados, en este monstruoso crimen quedará patente la implicación directa o indirecta de los servicios secretos rusos".
"No cabe duda de que la explosión está relacionada con las próximas elecciones presidenciales para que la victoria ya anunciada de Putin se erija sobre el apoyo de una población aterrada por el miedo y la nostalgia de una nueva mano dura", afirmaron.
El presidente, sin embargo, acusó del ataque al líder independentista chechén, Aslán Masjádov. "No descarto que estos ataques se utilicen en las discusiones políticas con vistas a las elecciones del presidente de Rusia y como un medio de presión sobre el actual jefe de Estado", dijo Putin, quien vinculó el atentado a los llamamientos internacionales a emprender el diálogo con la guerrilla chechena.
El presidente ruso indicó que "no es la primera vez que los crímenes cometidos en Rusia resultan sincronizados con llamamientos desde el exterior a negociar con terroristas". "El hecho mismo de que tras semejantes crímenes se escuchen llamamientos a las negociaciones demuestra que los autores de tales llamamientos confirman indirectamente los vínculos de Masjádov con los bandidos y terroristas", dijo. "Rusia no negocia con terroristas, los aniquila", puntualizó.