EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- La Zona de Tolerancia de Matamoros aún guarda fama de los balazos y peleas descontroladas, donde hasta los “mirones” resultaban heridos. Sin embargo, las autoridades sanitarias aseguran que la situación ha cambiado y se ha incrementado la vigilancia por parte de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM), así como la regulación sanitaria en las sexoservidoras por el departamento de Salud.
“A partir del año pasado ya hay un padrón con nombres, edades, domicilios y demás datos de las muchachas”, señala el director de Salud y Asistencia Social, Eduardo Huitrón González.
Alrededor de 210 mujeres conforman dicho padrón. Gran parte de ellas proviene de municipios como Gómez Palacio, Lerdo, San Pedro y Torreón. Casi un 90 por ciento sólo asiste el fin de semana. La entrada “fuerte” se registra viernes y sábados.
Los jueves asisten hasta 40 personas, viernes un promedio de 120, mientras que los sábados asciende a 200 ó 300 parroquianos. Parecería que las cuentas no encajan, puesto que trabajan aquí de 55 a 65 mujeres, pero aunque se ven rebasadas por el número de clientes, muchas permanecen sentadas toda la noche.
“La mayoría de los señores sólo van a tomar y a ver a las muchachas”, explica el titular de Salud y Asistencia Municipal, “otros buscan bailar y son muy pocos los que quieren relaciones”.
En la Zona hay tres tipos de sexoservidoras de acuerdo a sus motivos para laborar: el mayor porcentaje es el de las mujeres trabajadoras que buscan complementar su ingreso familiar, luego las que van porque es su forma de vida y unas pocas debido a que les gusta el ambiente.
El principal problema en cuanto a la sanidad de la Zona de Tolerancia no tiene que ver con las revisiones médicas de las sexoservidoras, sino con la limpieza de los cuartos disponibles para la prostitución, ya que los cantineros generalmente no los asean. Los señalamientos por parte de la Dirección de Salud en este rubro son constantes.
Se practican tres exámenes médicos a las mujeres: exudado vaginal, VIH y VDRL, para la detección del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA) y sífilis, respectivamente. Después de la valoración, las sexoservidoras deben presentar su credencial de elector, dos fotografías y comprobante de domicilio, hasta entonces tienen “luz verde” para prostituirse en “La Garzita”.
Los inspectores de Prevención Social llegan a horas indistintas para no perder el factor “sorpresa” en la revisión de carnets. A las seis de la mañana el lugar se queda vacío, a excepción de algunos borrachos que, por necesidad más que por decisión propia, se quedan dormidos sobre la tierra, tirados afuera de las cantinas.
