Choca la imagen turística del “país de la eterna primavera” con el terror que han sembrado las bandas
NOTIMEX
GUATEMALA, GUATEMALA.- Guatemala, el llamado “país de la eterna primavera” sufre el acoso de la violencia desatada por las pandillas juveniles conocidas como “maras”, las cuales siembran el terror en Centroamérica y ya comenzaron su expansión a México.
Todas las semanas, la Policía a veces apoyada por efectivos del Ejército, realiza operativos sorpresa e incursiona en los barrios más peligrosos de la ciudad para enfrentar a los feroces mareros y quitarles de sus manos la tranquilidad robada a la ciudadanía.
La imagen turística de “país de la eterna primavera” -que se complementa con fotografías de exhuberantes paisajes- choca con la violenta realidad generada en gran parte por las actividades delictivas que estos grupos ejecutan a diario en todo el territorio.
El portavoz de la Policía Nacional Civil (PNC), Oscar Pivaral, explicó que esa Entidad calcula que entre seis y nueve mil personas -con edades entre 12 y 25 años- integran las 434 pandillas detectadas en Guatemala.
Sin embargo, datos de entidades civiles y de defensores de los derechos humanos como “Madres Angustiadas” y la “Asociación de Prevención del Delito” coinciden en que más de 30 mil jóvenes forman esos grupos.
“Las maras no son más que hordas criminales que se han convertido en un flagelo para la sociedad”, sostuvo Pivaral.
Admitió que pese a los constantes operativos instrumentados por fuerzas especiales de la Policía, la desarticulación de las maras ha sido imposible “por la forma en que están organizadas y la violencia que las caracteriza”.
Los mareros se rigen por una Ley no escrita que los obliga a pertenecer a la pandilla y delinquir. Los que abandonan la organización son perseguidos y ejecutados, reveló Juan Cutzay, alias “La Pulga”, oculto y rehabilitado por un grupo religioso.
En Guatemala, con 11.2 millones de habitantes según el censo de noviembre de 2002, operan las temidas pandillas Mara Salvatrucha (MS) y Mara 18 (M18), cuyos integrantes tienen peculiares ademanes y tatuajes en el cuerpo.
Esas maras -que también tienen adeptos en Honduras y en El Salvador- controlan una especie de “células criminales” en sectores capitalinos considerados “zonas rojas” como son las colonias Paraíso I y II de la Zona 18 de la ciudad.
Otros sitios con alto índice de delincuencia atribuida a las maras son los barrios San Antonio, de la Zona seis, y La Limonada de la Zona cinco de la capital, áreas donde priva la marginación.
Las áreas más violentas por la presencia de los mareros son la céntrica Zona Uno y las Zonas Cuatro, Siete, Ocho, 12 y 21 de la ciudad de Guatemala, la más grande del istmo con casi tres millones de habitantes.
También en los municipios de Mixco, Villa Nueva y Santa Catrina Pínula, vecinas de la capital en el departamento de Guatemala y “tienen presencia” en la mayoría de los 22 departamentos del país.
Para el comandante de la policía, Jenny López, responsable de los operativos contra las maras, los pandilleros “son enfermos por su adicción a la droga”, lo cual los lleva a “la práctica de ritos satánicos y la violencia inusitada”.
Dijo que la ferocidad con que actúan demuestran lo encarnizadas que son las disputas entre grupos rivales, que luchan por el dominio de territorios y la venta de drogas. “Los mareros que son ejecutados, mueren torturados con saña y sus cuerpos son mutilados”.
Pivaral señaló que un estudio de la PNC estableció que la violencia intrafamiliar y las disputas entre maras han producido la mayoría de las 450 muertes violentas de mujeres en lo que va del año.
Los ataques contra este sector de la población son parte del intenso accionar del crimen en el país, donde se producen 14 muertes violentas por día de acuerdo con la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala (Minugua).
Las maras son responsables de delitos como asesinato, violación sexual, distribución al menudeo de drogas, robos y asaltos a unidades del transporte público de pasajeros, principalmente.
La PNC, que ejecuta los operativos “Plan Escoba” y “Plan Antiparas y de Desarme”, ha capturado en lo que va del año a alrededor de mil presuntos mareros.
Pivaral puntualizó que “por las fallas del sistema de justicia” guatemalteco y la falta de denuncia de las “atemorizadas” víctimas, los detenidos pasan entre siete días y dos meses en prisión y luego quedan en libertad.
El ministro de Gobernación, Carlos Bieldan, manifestó por su parte que las maras han optado por entrar de manera subrepticia a territorio de México.
Puntualizó que en la actualidad se coordinan acciones conjuntas con el Gobierno de México para capturar a los pandilleros, así como para prevenir y abatir el delito, al tiempo que se atienda el tema social de trasfondo en el problema de las maras.
En México se efectúan constantes redadas para capturar pandilleros juveniles procedentes de los países del istmo, que permanecen en territorio mexicano en su paso hacia Estados Unidos.
El canciller Jorge Briza señaló que el combate a las maras se inscribe en el programa de seguridad fronteriza entre los dos países, dirigido a la lucha contra el hampa que opera en la zona limítrofe.
Destacó que las autoridades mexicanas se han sumado a la lucha regional contra las maras que proliferan en El Salvador, Honduras y Guatemala.