La inversión física en los tres primeros trimestres del año, hasta septiembre creció 8.5 por ciento. Ha sido el aumento más importante desde la recesión de 2001.
El consumo privado creció 5.7 por ciento en el tercer trimestre, lo que marca una tendencia a la recuperación.
El aumento de empleos, el crédito al consumo tanto bancario como no bancario, y la estabilidad en las remuneraciones han fortalecido y están convirtiendo al mercado interno en el propulsor más importante de la economía.
Debido a la recesión de Estados Unidos, que tuvo lugar en 2003, al bajar la demanda americana, las exportaciones de México disminuyeron, pero en los últimos meses han crecido con tasas superiores al diez por ciento y en opinión de los expertos seguirán creciendo a menos que Estados Unidos tuviera una recesión debido al enorme déficit externo del país. Esto podría suceder a fines de 2005 o en 2006, si el déficit no se manejara debidamente.
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La Comisión Federal de Electricidad licitará en el primer trimestre de 2005 la construcción de una central de gas natural licuado en el puerto de Manzanillo. El contrato de suministro será de 500 millones de pies cúbicos diarios, lo que asegurará el suministro adecuado no sólo para la central que se construirá en Manzanillo, sino también para otras centrales eléctricas que se construyen en la zona del Pacífico. Hay también el proyecto de construir un gasoducto de Manzanillo a Guadalajara y de reconvertir una central eléctrica que actualmente funciona con diesel.
Se consideró la posibilidad de construir esa central en el puerto de Lázaro Cárdenas, pero se optó por Manzanillo por requerir menor inversión y por ofrecer la posibilidad de mandar gas a Guadalajara por el gasoducto.
El gas llegará de Asia a Manzanillo por mar.
El puerto costará 193 millones de dólares, la terminal de almacenamiento y regasificación 400 millones, el gasoducto Manzanillo-Guadalajara 240 millones y la reconversión de las unidades I y II 700 millones.
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El director gerente del Fondo Monetario Internacional afirma que México ha logrado superar los lastres de la crisis desencadenada en diciembre de 1994 y que goza actualmente de suficiente solidez y flexibilidad para evitar colapsos similares. A diferencia de 1994, México no es considerado como un país con riesgos en su balanza de pagos. En los últimos diez años se ha concentrado en fortalecer sus aspectos macroeconómicos, lo que ha generado confianza entre las principales agencias calificadoras que le han dado un cada día mejor grado de inversión.
Se ha mejorado el perfil de la deuda externa evitando vencimientos a corto plazo y se han liquidado anticipadamente los créditos de emergencia otorgados por Estados Unidos y por el Fondo Monetario Internacional.
La fuga de capitales provocada por la crisis de 1994 hicieron llegar las reservas internacionales del país a escasos 6,148 millones de dólares. Hoy esas reservas son de 60,672 millones de dólares.
El economista en jefe para América Latina del Banco Mundial afirma que antes de 1994 México había desperdiciado su cercanía con Estados Unidos, pero la crisis del 94, si por una parte hizo desaparecer más de 22,000 empresas, cambió radicalmente el perfil económico del país, convirtiéndose en un país exportador.
En los últimos diez años las exportaciones totales de México crecieron 3.2 veces, pasando de 49 mil millones a 156 mil millones. Al contrario, las importaciones crecieron nada más 2.5 veces, con lo que el día de hoy ya desapareció el déficit del comercio internacional. En 1994, considerado el comercio total, el 43.3 por ciento fue de exportaciones y el 56.7 por ciento de importaciones. Este año, el comercio total es de 49.4 por ciento de importaciones por 50.6 por ciento de exportaciones.
Por último, en esta perspectiva optimista, pero real, hay que añadir que la inversión extranjera directa ya rebasó este año los 16 mil millones de dólares, una prueba más de que en el exterior, a pesar de que los posibles inversionistas saben las limitaciones y los problemas del país, están muy lejos y lo demuestran trayendo sus capitales a México, de pensar que el país está en bancarrota o que está en el peligro inminente de graves conflictos sociales.
