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Balance

Cecilia Lavalle

¡Qué gusto me da encontrarle por aquí! En algún momento pensé que mis letras deambularían solitarias por estas planas, como peregrinas en busca de algún portal que decidiera acogerlas. Así que me alegra que estemos aquí usted y yo para sostener la última charla del año. ¿Qué tal si hacemos un balance, una especie de corte de caja?

Y no es que quiera yo aguarle la fiesta. En verdad no. Pero si alguna razón tiene el extraordinario analista Federico Reyes Heroles, necesitamos hacer ese balance. Él escribió hace cinco años un espléndido libro titulado “Memorial del mañana” (Editorial Taurus, 1999), en el que hace una serie de reflexiones tomando datos del presente para atisbar el futuro. Y es que citando a Borges dice que “lo venidero nunca se anima a ser presente del todo sin antes ensayarse”. Es decir, analiza Reyes Heroles, el futuro se anuncia, nos deja saber su existencia y con ello nos da la oportunidad de prepararnos. “En entender sus mensajes es donde está la gracia”, afirma.

Siendo así, y salvo su mejor opinión, el mensaje que yo veo es que estamos frente a un precipicio a punto de dar el siguiente paso.

Esta sucesión presidencial adelantadísima ha dejado un clima de anarquía, de ausencia de autoridad, y la impunidad, la frustración y el hartazgo son parte del aire que se respira todos los días.

El presidente del Partido Verde Ecologista puede ser filmado aceptando una propuesta de soborno, y seguir tan campante por la vida política co-mo-si-na-da. Un par de influyentes miembros del Partido de la Revolución Democrática pueden ser filmados aceptando escandalosas sumas de dinero de un empresario, sin tener que explicar de dónde salió ese dinero ni a dónde fue a parar y sin que sea considerado un delito. Un diputado del Partido Acción Nacional puede indebidamente destinar parte importante de un presupuesto para la lucha contra el Sida al grupo ultraconservador ProVida y el líder de este grupo entregar cuentas muy poco claras (incluida la compra de tangas) y no-pa-sa-na-da. Un empresario puede convertirse en banquero y hacerse millonario de la noche a la mañana de manera ilícita y no sólo no pisar la cárcel sino que ganar el pleito legal y exigir indemnización. Un secuestrador o un narcotraficante lo mismo puede ser un delincuente de siempre que un ex policía que un ex judicial o que un miembro activo de alguna corporación especializada en el combate a la delincuencia.

En este país nuestro de todos los días, donde a ratos todo parece estar al revés, puede una turba enardecida linchar y quemar vivos a dos policías creyendo que son secuestradores, aun a pesar de haberse acreditado como policías en activo, y pueden llegar los medios de comunicación masiva y televisar en vivo el linchamiento pero ninguna fuerza policíaca para salvarles la vida.

En este país nuestro de todos los días, se puede querer gastar un dineral en una cosa que se llama “Enciclomedia”, pero en una evaluación internacional nuestra niñez mexicana salir reprobada en lectura, matemáticas y ciencias.

En este país nuestro de todos los días, se puede afirmar que las mujeres son lo mejor que tiene México, pero cinco de cada diez sufre algún tipo de violencia dentro de su hogar, una mujer denuncia en promedio siete veces a su pareja agresora antes de morir asesinada y la palabra “feminicidio” ya no sólo se utiliza en Ciudad Juárez, sino en varios otros estados de la República.

Parece pues que los mensajes de descomposición social son cada vez más evidentes ¿verdad? ¿Por qué entonces nuestras autoridades no están atendiendo los mensajes?, ¿tan embriagados están de tanto presente? “Precisamente -escribe Reyes Heroles- en atender sus avisos radica que lo venidero no sea fatalidad”.

No parece ser muy esperanzador el balance ¿cierto? Y sin embargo, el analista dice que también todo acto de esperanza es una lección de futuro; que la esperanza es conciencia de futuro; que la esperanza es fruto de la razón y no artificio del dogma. Acaso entonces no todo está perdido. Acaso podemos ensayar otro México. Acaso debamos aferrarnos a nuestra esperanza. Hagamos entonces –y aquí parafraseo al maestro Reyes Heroles- el esfuerzo por tener esperanza, así algún día nos reclamen y nos llamen utópicos.

Y con esta esperanza que es ensayo del futuro, espero, querido lector, querida lectora, que en 2005 la vida nos sonría. ¡Feliz Año Nuevo!

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cecilialavalle@hotmail.com

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