ATENAS, GRECIA.- Se podría haber ido de vacaciones, o inclusive a una luna de miel algo más prolongada con su esposa, o podría estar disfrutando parte del millonario contrato que firmó recientemente con San Antonio Spurs en la NBA.
Pero no, Emanuel David Ginóbili prefirió ponerse la camiseta albiceleste número cinco de la selección argentina y se vistió de héroe para que su país se llevara ayer un histórico triunfo de 83-82 sobre Serbia y Montenegro en el debut por el Grupo A del torneo de baloncesto olímpico en los Juegos de Atenas.
Ginóbili, quien se casó recientemente antes de incorporarse al plantel en su país, fue el máximo anotador del partido con 25 puntos, incluyendo el tiro desesperado que él mismo definió como un "zapato" sobre el mismísimo final del partido, que sacó desde abajo cayéndose y casi sin poder mirar hacia la canasta.
Fue como "el sueño del pibe, ganar un partido así en un juego olímpico, sobre el final, no se puede creer", dijo el popular "Manu" ante un grupo de periodistas argentinos.
También fue "contra un gran equipo, así que simplemente nos queda estar tranquilos y disfrutar la victoria obviamente, pero ya pensar en España porque va a ser igual o más complicado que esto", agregó el jugador que cumplió 27 años el 28 de julio.
Manu sabía que esa jugada magnífica del final era la última posibilidad que tenía su equipo de irse con un triunfo en el debut.
"No había tiempo para nada (...) había que tratar de llevarla para el otro lado y tirarla de alguna manera", explicó el escolta de 1.98 de estatura, que recibió una gran habilitación del veterano base Alejandro Montecchia.
"Fui a buscar el rebote pensando que Montecchia la iba a tirar y se ve que lo encerraron y me la largó. Sabía que mucho tiempo no quedaba y la tiré por arriba", recordó, para explicar después que en ese momento no sabía si la canasta había sido dentro del tiempo reglamentario.
Partido vibrante
Después hizo un resumen del vibrante partido, que recordó la final del Mundial disputado en Indianápolis hace dos años, cuando la entonces Yugoslavia se impuso también ajustadamente con una polémica jugada sobre el final en tiempo extra.
"Empezamos muy bien, jugando un gran partido y después obviamente decaímos un poco, es normal no íbamos a mantener esa efectividad todo el partido (...) después de ganar todo el partido pasamos a estar abajo en los últimos dos minutos", explicó Ginóbili.
"Si te meten un tiro libre faltando tres segundos muchas expectativas no tienes (...) eso le da un sabor distinto", agregó el astro de la NBA, quien acaba de renovar su contrato con San Antonio Spurs por 52 millones de dólares por seis temporadas, algo que lo convirtió en el deportista de su país mejor remunerado.
Después le preguntaron si fue una revancha por aquella final del Mundial en la ciudad estadounidense de Indianápolis.
"Yo no hablé de revanchas antes ni hablo de revanchas ahora son cosas distintas. Obviamente para nosotros ganarle a Serbia y Montenegro es algo muy importante, por la trayectoria que tiene y por el equipo que tiene, pero el Mundial ya fue", dijo tajante.
Argentina estuvo al frente del marcador durante casi todo el partido, pero tal como le ocurrió en algunos de los partidos de preparación que disputó en Europa antes de llegar a Grecia, permitió la recuperación del rival y terminó sufriendo.
Pero tanto sufrimiento tuvo su recompensa cuando Ginóbili se iluminó en los últimos instantes y apareció en toda su dimensión para desequilibrar.
Previamente había liderado a sus compañeros con 17 puntos en los dos primeros cuartos y estuvo apagado gran parte del tercero y del cuarto antes de su magnífica reacción.
Argentina había quedado atrás en el marcador 81-78 y a 16 segundos del final apareció Manu para encestar con canasta de dos puntos y luego sumar otro con un tiro libre tras recibir una falta de Vladimir Radmanovic cuando efectuaba el lanzamiento.
Empate en 81.
Enseguida Fabricio Oberto cometió una falta contra Dejan Tomasevic y éste tuvo dos opciones para volver a poner al frente al equipo europeo. Falló en la primera y acertó en la segunda, pero en el último suspiro apareció Manu y se llevó la gloria para ser enterrado por sus compañeros tras caer y desatar un festejo loco.
La hinchada albiceleste no dejó de gritar, y los serbiomontenegrinos, tanto dentro como fuera de la cancha, quedaron estupefactos, tal como estuvieron los argentinos hace dos años tras perder la final del Mundial de Indianápolis.