EFE
LA HAYA, HOL.- La Haya vivió ayer con entusiasmo el bautizo, por el rito protestante y con agua procedente del río Jordán, de la princesa Catharina Amalia, primogénita del heredero Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta, al que acudieron los padres de la argentina.
La princesa Catharina Amalia Beatriz Carmen Victoria, vestida de puntillas y con un larguísimo mantón de color beige claro, no lloró cuando el párroco Carel ter Linde mojó su cabeza con el agua, que recibió tranquilamente y con un bostezo.
A pesar de que los príncipes de Orange insistieron desde el nacimiento de su hija, el siete de diciembre, que le darían una infancia ?lo más normal posible?, no pudieron evitar la gran expectativa que despierta el bautizo de la futura reina.
Así, sus padrinos y madrinas no obviaron su futuro como reina cuando desearon a la niña ?optimismo y amistad?, ?modestia para reconocer tus errores?, ?salud y felicidad?, ?ayuda para sobrepasar fronteras?, ?fuerza para sobrellevar las tristezas y problemas que tu futuro te deparará? o ?espacio para ser tu misma?.
Las madrinas fueron Victoria de Suecia, ahijada de la Reina Beatriz y la amiga de Máxima, la argentina Samantha van Welderen, Baronesa Rengers-Deane.
Como padrinos actuaron Martín Zorreguieta, hermano de Máxima, el príncipe Constantino, tercer hijo de la reina Beatriz, además del presidente del Consejo de Estado, Herman Tjeenk y Marc ten Haar, un amigo de infancia del príncipe Guillermo.
La que llevará la Corona de Holanda tras el reinado de su padre, el príncipe Guillermo Alejandro, fue bautizada en una ceremonia festiva, en la que cantó el Coro Infantil Nacional, pero en ambiente totalmente familiar y privado.
Sin embargo, la gran afluencia de la prensa, fotógrafos de todo el mundo e incluso la emisión en directo por la televisión holandesa de la ceremonia en la Iglesia de San Jacobo, donde también fue bautizado el príncipe Guillermo, recordaron en todo momento que la ?normalidad? de la infancia de la princesa Amalia está reñida con el interés público que despierta la sangre azul.
Las cámaras no perdieron detalle ni de la ceremonia, ni del glamour, que tampoco faltó en la ocasión.
Incluso uno de los focos de una cámara de televisión produjo un cierto olor a quemado, por su intensidad.
Máxima, espectacular, lucía un vestido blanco de chaqueta y falda rematada en volante y con un tocado de plumas en color beige.
La Reina Beatriz, por su parte, lucía un traje sencillo, con falda blanca, chaqueta estampada con motivos florales rosas y una pamela también rosa adornada con una flor.
La madre de Máxima eligió un vestido blanco que llevaba bajo un abrigo beige con motivos de pata de gallo, además de una pamela también blanca.
La iglesia estaba decorada con flores de tonos rosados que daban un ambiente festivo al templo, donde un collage de más de mil dibujos pintados por escolares de La Haya colgaba de una de las paredes simulando la forma de un enorme mantón bautismal.
El carácter familiar de la celebración también permitió a los padres de Máxima Zorreguieta estar presentes en el bautizo de su nieta, sentados al lado de la reina Beatriz, lo que no ocurrió en la boda de su hija, en febrero de 2002.
El motivo de esa ausencia fue la polémica desatada en Holanda por el pasado de Jorge Zorreguieta, el padre de Máxima, que fue secretario de Estado de Agricultura durante la dictadura argentina del General Videla (1976-83).
Para protestar por la presencia de los Zorreguieta, la asociación Hijos, que vela por no la memoria de los hijos de las Madres de Mayo de Buenos Aires, asesinados o desaparecidos durante la dictadura argentina, se manifestaron en las inmediaciones de la iglesia de San Jacobo mientras duró el bautizo.
?Cuando pasan los invitados la policía se pone ante nosotros para que no se vean nuestras pancartas?, explicó Alejandra Slutzky, portavoz de la asociación.
Entre los cerca de mil 200 invitados a la ceremonia había políticos y ministros, la Familia Real holandesa al completo, con excepción del príncipe Bernardo, padre de la reina Beatriz.
Por expreso deseo de los príncipes de Orange estuvo presente una representación de niños de todas las provincias holandesas.
De monarquías europeas sólo acudieron al bautizo los condes de Luxemburgo, los príncipes Felipe y Matilde de Bélgica, así como la princesa Victoria de Suecia, que ofició como madrina.