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Beatifican a cardenal que se opuso a Hitler

El cardenal alemán Clemente Augusto von Galen y el sacerdote francés Charles de Foucauld serán beatificados en fechas próximas, el primero condenó la dureza de Hitler.

Ciudad del Vaticano, (EFE).- El cardenal alemán Clemente Augusto von Galen (1878-1946), conocido como el "León de Munster" por su fuerte oposición al nazismo, y el sacerdote francés Charles de Foucauld (1858-1916) serán beatificados en fechas próximas una vez que el Papa aprobó hoy sendos milagros por sus intercesiones.

Clamente Augusto von Galen nació en Dinklage (Alemania) y falleció en Munster en 1946, la ciudad alemana de la que fue obispo y desde la que defendió al pueblo alemán de los errores y de las agresiones del nacionalsocialismo, por lo que corrió el riesgo de la cárcel y de ser ejecutado.

El "León de Munster" criticó con dureza la campaña de Hitler para eliminar a los enfermos y minusválidos y condenó la "nefasta doctrina totalitaria que coloca la raza por encima de la moralidad".

En una homilía de 1941, el ya inminente beato denunció que el nazismo mataba enfermos después de recluirlos en casas preparadas con ese objetivo y tras engañar a los familiares de las víctimas.

Sus palabras causaron impresión en la población civil y en los militares y se asegura que Hitler dio marcha atrás en su programa de eliminación masiva mediante eutanasia de enfermos.

El prelado también sacó la cara por los alemanes, acusados de ser culpables de los males causados por Hitler.

Pío XII le nombró cardenal nada más concluir la segunda guerra mundial. Pocos meses después murió el León de Munster.

Charles de Foucauld, conocido como Carlos de Jesús, nació en 1858 en Estrasburgo (Francia) y murió en 1916 en Tamanrasset (Argelia). Hijo de una familia cristiana, perdió de joven la fe. A los 18 años se enroló en el Ejército y partió para África. Tras una campaña de éxitos encontró al abad Huvelin, con quien recuperó la fe.

Era 1886 y decidió consagrar su vida a Dios. Vivió en la pobreza, en la contemplación y en la humildad y testimonió fraternalmente el amor entre cristianos, judíos y musulmanes.

Marchó a Nazaret tras las huellas de Jesús y para imitar su vida secreta marcho al Sáhara. En Tamanrasset murió en una incursión protagonizada por rebeldes de Hoggar.

Juan Pablo II también promulgó hoy el decreto por el que se reconoce sendos milagros por la intercesión de los beatos polacos José Bilczewski (1860-1923) y Segismundo Gorazdowski (1845-1920) y el italiano Gaetano Catanoso (1879-1963), lo que les abre las puertas de la canonización.

El Pontífice, así mismo, reconoció sendos milagros por los que serán beatificadas la religiosa dominica española Ascensión del Corazón de Jesús (1868-1940), y la portuguesa Rita Amada de Jesús (1848-1913), bautizada como Rita Lopes de Almeida, fundadora del Instituto de las Hermanas de Jesús María y José.

También será beatificadas, al reconocer el milagro por su intercesión la italiana María Crocifissa (Rosa Curcio, 1877-1957), fundadora de la Congregación de las Monjas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús, y la estadounidense Mariana Barbara Cope (1838-1918), conocida como la madre Mariana de Molokai (Hawai), donde murió.

El reconoció hoy las virtudes heroicas, primer paso hacia la santidad del siervo de Dios del español Mariano de la Mata Aparicio, sacerdote profeso de la orden de San Agustín.

Asimismo reconoció el martirio del sacerdote polaco Ladislao Findysz (1907-1964) y las virtudes heroicas de los italianos Luigi Maria Olivares (1873-1943), obispo de Sutri y Nepi, y del sacerdote Virgilio Angioni (1878-1947).

El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es venerable siervo de Dios, el segundo beato y el tercero santo.

Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.

Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado (santo) es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.

En el caso de martirio, es decir, aquellos que murieron por no renunciar a la fe católica, no es necesario milagro para ser beatificados, pero sí es obligatorio el milagro para ser canonizado.

Para la Iglesia Católica es mártir quien da la vida por Cristo, quien es testimonio de fe. No se considera mártir a quien la haya dado por un ideal, aunque sea noble.

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