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Bin Laden goes to Washington

Jorge Zepeda Patterson

Una vez más, un hombre al frente de un puñado está en camino de cambiar el curso de la historia o por lo menos de darle un empujón para inclinarla a su conveniencia. La aparición de Osama bin Laden en los televisores justo dos días antes de las elecciones, seguramente definirá su resultado final. El “timing” y la forma son perfectas para asegurarse de que George W. Bush siga gobernando durante cuatro años más. El candidato demócrata John Kerry venía de atrás en los pronósticos de votación y como se sabe prácticamente había empatado los números de Bush. Las elecciones del próximo martes prometían ser tan reñidas como las de 2000 que se decidieron en Tribunales a partir de los ambiguos resultados de Florida. Todavía hasta hace unas horas un sondeo le daba la mayoría de las preferencias al Presidente y un rato más tarde se la quitaba en beneficio de su contrincante. Cualquiera podría haber ganado. Pero entonces apareció Bin Laden.

Para Al Queda no hay mejor gobernante que George W. Bush. Resulta perfecto para un fundamentalista religioso tener como rival otro fundamentalista pero de signo contrario. ¿Por qué? Porque la lógica del terrorismo consiste justamente en provocar al poder para que desencadene acciones desmesuradas que amplifiquen el impacto de sus acciones políticas. El terrorismo intenta justamente infundir terror para lograr determinados fines políticos, que por otra vía son inalcanzables. Cuando un grupo extremista, pequeño y minoritario, se enfrenta al poder del Estado y de las fuerzas armadas, recurre a actos de terror para provocar respuestas de parte del poder y de la opinión pública que de alguna forma conviene a sus causas: la desestabilización, la represión, la inseguridad y el descontento, etc.

George W. Bush ha sido el aliado involuntario y perfecto para Bin Laden. Con una docena de individuos fue capaz de cambiar la historia contemporánea, afectar la economía mundial y desencadenar una confrontación mayúscula entre el Occidente y el Oriente Medio. El objetivo de Al Qaeda, su razón de ser, es provocar un rechazo del mundo islámico a los valores occidentales y modernizantes, que en opinión del fundamentalismo islámico son contrarios a las enseñanzas de El Corán. Las reacciones de la Casa Blanca, luego de la tragedia del 11 de septiembre en las torres de Nueva York, lograron justamente esos objetivos. La torpeza de Estados Unidos para intervenir en Irak propició un rechazo del mundo árabe en su conjunto y una radicalización del Islam. Una enorme cantidad de mahometanos moderados en el lejano y cercano Oriente, no comparten los métodos de Al Qaeda, pero luego de la ocupación de Irak, comienzan a compartir su rechazo al mundo Occidental. Para muchos jóvenes árabes, el regreso a la religión radical es la única forma de canalizar su impotencia para defenderse de un poder económico y militar que les supera por mucho. Lo que hizo la fuerza de ocupación estadounidense fue lo mismo que los militares israelíes han logrado en 20 años de represalias: convertir al pueblo en un semillero de terroristas potenciales. Salvo que la Casa Blanca lo ha hecho a escala trasnacional.

Hace tres años Bin Laden era un personaje oscuro y marginado; en los días inmediatamente posteriores a la tragedia, cuando los ojos y los oídos del mundo se conmovían por las víctimas de Nueva York, el terrorista se convirtió en un villano repudiado, salvo en círculos extremistas. Pero al pasar los años, las injusticias que han venido cometiendo Estados Unidos a los ojos del mundo árabe, han hecho de Bin Laden un héroe de las juventudes entre cientos de millones de musulmanes a lo largo de muchas naciones.Un triunfo de Kerry perjudicaría los objetivos de Al Qaeda. La política de la tolerancia y la mesura es el mejor y único antídoto verdadero en contra del terrorismo. Un Gobierno norteamericano, en manos de un demócrata, que verdaderamente buscara un diálogo constructivo con el Oriente Medio haría que muchos mahometanos moderados se deslindaran del fanatismo religioso y politizado. El acercamiento respetuoso y responsable por parte de Estados Unidos y la mayoría de los Gobiernos europeos debilitaría las bases de soporte del extremismo.

Bin Laden ha intervenido en las elecciones para asegurar el triunfo de Bush. Es un aliado imprescindible para alcanzar sus objetivos. La torpeza de los republicanos que gobiernan la Casa Blanca, el cristianismo militante, la simpleza rústica de su democracia de exportación hipócrita, la insensibilidad e ignorancia frente a las necesidades de la cultura árabe, hacen del Gobierno de Bush el villano perfecto para el mundo islámico. Un objeto de odio inmejorable. Los logros de Al Qaeda superaron todos sus objetivos.

Ambos, Bush y Bin Laden están inmersos en una lucha del bien contra el mal y para ello están dispuestos a arrastrar a sus pueblos. Ambos necesitan a un Satanás en la vera de enfrente. Ambos cumplen a la perfección las necesidades del otro.

Bush ganará las elecciones gracias al miedo y la irritación que provocan las nuevas amenazas de Bin Laden vertidas hace unas horas. Todos los sondeos indicaban que si el electorado iba a las urnas pensando en los problemas económicos, ganaría Kerry, pero que si prevalecía el tema de la seguridad y el terrorismo, vencería Bush.

Bin Laden sentenció las elecciones. La verdadera tragedia no es la destrucción de las torres sino el socavamiento de la democracia. Bin Laden impuso Presidente al pueblo norteamericano.

(jzepeda52@aol.com)

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