EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Brevario de una visita

Gilberto Serna

El tremendo esfuerzo que realiza el Gobierno Federal para llevar adelante las tareas que le corresponden desafortunadamente no llega a la mesa del comedor ni al bolsillo de los desheredados de la fortuna. Mientras las amas de casa vean que cada día que pasa se puede adquirir menos en las compras de mercado, por la falta de dinero o por la carestía de los productos, es obvio que las críticas seguirán lloviendo encima del aparato administrativo que dirige Vicente Fox Quesada, quien, tras varios tropiezos, no ha perdido el atractivo como político diferente que al hablar sigue, pese a todo, sonando sincero. No lo puedo negar, su presencia inspira confianza, que lo merezca o no es otro cantar. La gente del pueblo aún lo quiere, quizá no con el mismo ardor del principio de sexenio pero le tiene fe, cree en lo que dice. Lo que para un político es oro de 18 quilates.

Estuvo en Coahuila la semana pasada. Se acuerda usted del médico familiar que acudía a la casa de uno, quien por la rapidez con la que apenas se acercaba a la cama del enfermo y ya se estaba despidiendo, hiciera proverbial se dijera, de todo aquel que llegaba y se retiraba en un tris, que parecía visita de médico.

Pues eso ocurrió la semana pasada, el presidente Fox permaneció entre nosotros como los doctores de antaño, de entrada por salida. La diferencia es que no vino a atender a ningún paciente, dando la impresión de que su objetivo era pasearse bajo aquel viejo adagio de que santo que no es visto no es adorado. Es costumbre añeja el que los Presidentes no se queden es sus oficinas de Los Pinos, allá en el caótico Distrito Federal, aduciendo se requiere que haya un contacto con sus electores en lo que se ha dado en llamar un baño de pueblo. Aunque, a decir verdad, aquí el pueblo lo vio sólo de lejos, rodeado, eso sí, de linajudos ricachones, que comen en esa parte.

Llamó poderosamente la atención, la seguridad que se implementa por el Estado Mayor que exige que las personas que no son del séquito presidencial, lleven un gafete con una marca que, confrontada en una computadora, indica si es la persona indicada, que previamente pasó por un detector de metales para evitar que se cuele alguien que traiga consigo un objeto letal entre sus ropas. Una medida que responde a los azarosos tiempos que vivimos. El pasado histórico de esta nación nos dice que Francisco I. Madero, de 1911 a 1913 y Venustiano Carranza, de 1915 a 1920, fueron asesinados siendo Presidentes, que Álvaro Obregón, Presidente de 1920 a 1924, electo en un segundo período, murió al recibir una bala a bocajarro estando sentado en alegre convite. Después sería el presidente, de 1930 a 1932, Pascual Ortiz Rubio, en los tiempos del maximato, que en un atentado, saliendo por una de las puertas de Palacio Nacional, fue herido de bala en la quijada.

La nota que leí en El Siglo de Torreón, decía que Fox lucía fastidiado al descender de la camioneta. Puede ser que extrañara a su Dulcinea del Toboso, como cualquier mortal, diría yo. Le gusta andar en mangas de camisa; le aterra el ambiente hostil de la capital de la República, donde le echan en cara que el país esté “sumergido en (la) pobreza y (el) desempleo”. En fin, Fox da la impresión de ser feliz fuera de casa. Lo anecdótico corrió a cargo de un conocido político estatal que durante la breve estancia no cambió su cara avinagrada. Sí, ése mismo, le dio usted al clavo, que al día siguiente salió en las fotos, en cuyas imágenes resaltaba una mohína reprimida, quizá por el hecho de andar en corral ajeno, quien, eclipsado por la recia personalidad de nuestro huésped apenas alcanzó a balbucear: bienven..., este, adiós, vuelva pronto, lo esperaremos con los bra..., ¡ah que la que se cayó por asomarse!, musitó mientras se levantaba sacudiéndose las rodillas, ¡si ya se fue!

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 112630

elsiglo.mx