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NUEVA YORK, EU.- La modelo y actriz Brooke Shields, de 39 años de edad, lleva a su hija Rowan, de 17 meses, al musical de Broadway Wonderful Town (Una Ciudad Maravillosa), un proyecto que considera el complemento perfecto a su nueva vida como madre.
Pero asegura que lo más importante en su carrera es haber tenido un bebé lo cual le da una nueva perspectiva. Hace poco más de un cuarto de siglo Brooke Shields causó conmoción interpretando a una sagaz niña prostituta en la película Pretty Baby.
Una de esas raras criaturas que logran abrirse paso del estrellato infantil a una carrera exitosa como adultos, Shields la recuerda como una época divertida, una gran oportunidad. Pero ahora que tiene un bebé, se muestra rebelde a que su hija siga el mismo camino.
Para Shields, ser famosa ha sido un hecho en su vida desde que tuvo memoria. Comenzó a modelar a los 11 meses y nunca dejó de estar bajo la atención del público, con papeles controversiales como Pretty Baby y como una náufraga escasa de ropas en La laguna azul.
Rowan observa el baile y los cantos con los ojos bien abiertos, cuando Shields chasquea los dedos como parte de un tumultuoso número de swing, su hijita la imita juntando sus dedos y tratando de imitar el ruido con la boca.
Shields asegura que la maternidad le ha hecho apreciar la comedia, algo en lo que participó ya avanzada su carrera en la serie de televisión Suddenly Susan.
"Me di cuenta de que sentirme bien en mi trabajo es algo positivo, encuentro eso igual de válido si me estoy divirtiendo, no tengo que estar sufriendo para que el producto sea bueno ni para que sea artístico", dice.
Al desarrollarse hasta convertirse en una auténtica estrella, el mundo observó sus éxitos y penas, incluyendo su fallido matrimonio con el astro del tenis André Agassi y su rompimiento profesional con su madre, que manejó su carrera hasta la década de 1990. Antes de que naciera Rowan, una enfermera filtró la noticia a la prensa de que Shields tenía dificultades para quedar embarazada en su matrimonio con Chris Henchy y que se sometía a un tratamiento de fertilidad.
"Creo que me hace consciente de querer ser feliz", afirma. "Cuando uno es más joven, soltera y actriz, hay una especie de angustia alrededor de todo eso, al tener un hijo, una se da cuenta de que la vida realmente empieza allí y que todo esto de la actuación es simplemente una ventaja adicional".