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Busca Brasil aislar a favelas con muro

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BRASILIA, BRASIL.- Río de Janeiro, la postal del turismo brasileño, la ciudad de la samba, de la que decía Le Courbusier que la naturaleza la había hecho tan perfecta que los arquitectos no podían tocarla, está en guerra.

Los cariocas han quedado atrapados entre el fuego cruzado de los narcotraficantes con la policía, que ha causado diez muertos, entre ellos dos niños. La gobernadora de Río, Rosinha Matheus, ha ordenado construir un muro de cemento de tres metros de alto en cuatro favelas de la zona Sur, la parte más rica de la ciudad: Rocinha, Vidigal, Chacara do Ceu y Parque da Cidade.

El proyecto de la construcción del muro está además apoyado por el vicegobernador del Estado de Río, Paulo Conde y por el marido de la gobernadora, Anthony Garotinho, actual Director General de Seguridad y ex gobernador del Estado.

Todo comenzó el viernes santo, cuando 60 traficantes de droga decidieron hacerse con el dominio de la favela más famosa y poblada de Río, la de la Rocinha, con cerca de 100 mil habitantes donde se concentra la mayor venta de droga de la ciudad.

Entraron a sangre y fuego, disparando como en una guerra. Se movilizó enseguida la policía: entraron más de 300 en busca de los bandidos, los cuales respondieron al fuego, en medio de las calles de la favela, mientras la gente, espantada, intentaba escapar como podía. Los narcos consiguieron escapar por la parte de selva que circunda a la favela y los policías corrieron tras ellos con escenas propias de película.

El diario O Jornal do Brasil, tituló el domingo a toda página: “Irak está aquí”, y la foto que ilustraba el texto podía ser, en efecto, de una de las tantas escenas de Bagdad en guerra.

El diario escribió en su editorial del domingo que a los habitantes de Río se les está despojando de uno de los derechos constitucionales más sagrados: el “de ir y venir dentro de la ciudad”, ya que hoy, añade el diario, para ello, los ciudadanos “necesitan permiso del narcotráfico”.

Los 180 mil habitantes del barrio bien Barra da Tijuca, tuvieron que quedarse en casa la Semana Santa sin poder ir al centro, por miedo a atravesar los túneles que atraviesan las faldas de la favela Rocinha y por los que circulan diariamente 140 mil vehículos.

Las autoridades del Estado de Río han decidido colocar dentro de Rocinha, mientras se construye el muro de cemento, a 900 policías, en turnos de 300 cada ocho horas. Los habitantes de las favelas sin embargo, suelen tener tanto miedo o más de los tiros de la policía que de los narcotraficantes. La iniciativa ha sido ya duramente criticada.

El Secretario del Medio Ambiente de Río, Airton Xerez ha afirmado: “El Gobierno parece querer adoptar en Río la política de exterminio de Ariel Sharon y de Hitler”. El diputado Eduardo Paes, del Partido Socialista Democrático de Brasil (PSDB) opositor del actual Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, considera la idea “ridícula e inútil” y afirma que los narcotraficantes se van a carcajear.

La más dura ha sido Leonarda Musumecci, catedrática de la Universidad Federal de Río (UFRJ), investigadora de problemas de seguridad ciudadana: “El muro significaría la derrota del Estado”, dijo el lunes, al mismo tiempo que añadió que es un proyecto de “apartheid e inútil” ya que los traficantes, con las armas que poseen pueden taladrar sin esfuerzo un muro de cemento.

Antropólogos, sociólogos, expertos en violencia y escritores como Zuenir Vnetura, autor del famoso libro Ciudad partida, que trata magistralmente el drama de Río dividida por la violencia de los narcos, insistían el lunes en que la política de inundar las favelas de policías y de amurallarlas como guetos, va a servir sólo para engendrar nueva violencia y para desacreditar las instituciones del Estado. E insisten en que la solución es que las favelas de Río, que comenzaban a estar más integradas que las de otras ciudades, como por ejemplo las de São Paulo, se conviertan en barrios populares, dando a sus moradores la propiedad de sus barracas, construyendo infraestructuras y con la policía permanente en las “Favela Barrio” que había comenzado en 80 favelas, y fue visitado incluso por políticos extranjeros, entre ellos británicos y franceses. ¿Donde ha quedado todo eso?.

Las autoridades del Estado de Río apelan a Brasilia, al Gobierno Federal, alegando que el problema es tan grave que a ellos se les escapa de las manos. El año pasado, cuando el narcotráfico paralizó la ciudad obligando a cerrar comercios y escuelas, Brasilia tuvo que enviar el Ejército a Río.

Los cariocas están cada vez más asustados y encerrados en sus casas, con barrios enteros secuestrados, por miedo a encontrarse en medio del fuego cruzado. Dentro o fuera del coche, en la calle o dentro de un restaurante. Y hasta en el autobús.

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