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WASHINGTON, EU.- El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está listo para usar parte de su nuevo capital político en una reforma inmigratoria, pero deberá enfrentar la feroz oposición conservadora dentro de su propio partido, dijeron ayer analistas.
En enero pasado, Bush propuso que se permita a parte de los entre ocho y diez millones de inmigrantes ilegales obtener visas de trabajo por al menos seis años.
?Nuestras leyes deberían permitir que los extranjeros que estén interesados en puestos de trabajo que los estadounidenses no toman puedan entrar en el país. Nuestras leyes migratorias deben ser más racionales y más humanas?, dijo Bush en aquel momento.
Pero la Casa Blanca no impulsó el plan con fuerza durante el año electoral y la propuesta no llegó a ninguna parte en el Congreso.
En la actualidad, el Gobierno de Bush ha dicho que quiere revivir la iniciativa. El secretario de Estado, Colin Powell, dijo esta semana en México que ésta es una prioridad del segundo término presidencial de Bush.
?Pensamos que el contexto ha mejorado significativamente para este tipo de reforma?, dijo Powell.
El senador republicano por el Estado de Texas, Kay Bailey Hutchison, también dijo esta semana en la Universidad de Texas: Hay ?un sentido de urgencia para resolver este asunto y creo que con la gran victoria del presidente los próximos cuatro años le darán la posibilidad de hacer lo que buscaba hacer?.
Según encuestas, Bush ganó el 44 por ciento del voto hispano en la elección del dos de noviembre, una mejora frente al 35 por ciento que consiguió en 2000.
Sin embargo, hay una porción importante del Partido Republicano que se opone a hacer cualquier tipo de concesión a los inmigrantes ilegales y que incluso quiere que se establezcan restricciones a la inmigración legal.
Esta facción se ha visto fortalecida por la elección, especialmente en el Senado, dijo Mark Krikorian, director del Centro de Estudios Migratorios, un grupo que promueve más límites a la inmigración.
?Parece que la Casa Blanca ha sacado la conclusión equivocada de esta elección. Parece que cree que tiene el mandato para impulsar el programa de amnistía y de trabajadores temporarios de Bush, pero no veo cómo eso va a pasar por el Congreso?, dijo Krikorian.
La inmigración legal e ilegal hacia Estados Unidos, que ya estaba en niveles récord en la década de 1990, se aceleró después de 2000 a pesar del enfriamiento de la economía, según cifras del censo nacional.
Desde 2000 hasta 2002, la inmigración neta hacia Estados Unidos fue como promedio de 1.4 millones de personas por año, medio millón de los cuales entraron o se quedaron en el país de manera ilegal. La mayoría entró por la vasta frontera con México.
A pesar de las dificultades, Bush podría tener éxito con su reforma inmigratoria si consiguiera forjar una coalición bipartidista, dijo Roberto Deposado, presidente de la Coalición Latina.
?La única forma de conseguir que pase por el Congreso es redactando una Ley que ayude a los inmigrantes ilegales que ya están aquí a legalizarse, pero que al mismo tiempo impida de aquí en adelante la inmigración ilegal fortaleciendo los controles fronterizos?, dijo.
Deposado dijo que incluso los empleadores estadounidenses que se benefician del trabajo mal remunerado de los inmigrantes ilegales entienden cada vez más que necesitan una fuerza de trabajo más estable y segura y hasta podrían apoyar la reforma.
Pero Dan Stein, de la Federación para la Reforma Migratoria en Estados Unidos, que favorece la disminución de la inmigración, dijo que la propuesta de Bush tiene un problema fundamental: no contempla ningún mecanismo para asegurar que los inmigrantes se vayan de Estados Unidos una vez que sus visas hayan caducado.
?A menos que haya un mecanismo que obligue a la gente a irse cuando tiene que irse, no es creíble?, dijo.
