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SEA ISLAND, EU.- El G8 suscribió ayer el plan estadounidense para promover reformas en Oriente Medio y el Norte de África, aunque con importantes modificaciones, entre ellas el énfasis en que el cambio “no puede ni debe” imponerse desde fuera.
El plan está descrito en una declaración conjunta de los miembros del grupo (Alemania, Canadá, EU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia), que se reúnen en Sea Island (Georgia), la cual perfila sus rasgos generales y es ambiciosa en los principios, pero escasa en medidas concretas para impulsarlos.
El objetivo del programa, denominado “Cooperación para el Progreso y el Futuro Común”, es “fortalecer la libertad, la democracia y la prosperidad para todos” y pretende fomentar la libertad de expresión y la igualdad entre el hombre y la mujer.
Sin embargo, cómo lograrlo ha sido el área de conflicto entre las ocho naciones. Su plato fuerte son proyectos para promover la educación, el microcrédito, el desarrollo del sector privado y la coordinación entre las diferentes agencias de ayuda, con la idea de que a largo plazo estos pasos llevarán a la democracia.
No se ha definido cuánto costará el programa, una discusión que EU quiere entablar con sus aliados más adelante, pero el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, adelantó a un pequeño grupo de periodistas que espera que la Unión Europea aumente su asistencia actual de tres mil millones de dólares al año en donaciones y préstamos a la región.
El plan original estadounidense aludía a “cambios de régimen” en la región, según dijo una fuente de la Comisión Europea, un órgano que participa en la cumbre como observador.
Su versión final, sin embargo, carece de medidas de apoyo a partidos, de fomento de la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones u otros proyectos de carácter puramente político.
Su ausencia deja un poco vacía la descripción inicial del programa como un plan para la democratización de la región, después que EU se viese obligado a reducir su alcance por la oposición de los otros miembros del G8 y los propios Gobiernos árabes.
“Francia nunca rechazó la idea de empezar un diálogo para ayudar a estos países a modernizar la política y la economía”, señaló ayer el presidente francés, Jacques Chirac, pero recalcó que hay que tener cuidado porque las reformas no se pueden imponer.
Ese punto de vista se refleja en la declaración final, que dice que el plan se funda en la cooperación “genuina” con los Gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.
Estos comentarios tratan de calmar los ánimos de los países afectados, que resintieron que no se escuchase su opinión antes de que el plan original estadounidense fuese filtrado a la prensa.
Aunque el texto del programa ya estaba prácticamente definido al comenzar el martes, la cumbre del G8, se lanzó ayer oficialmente tras un almuerzo de los líderes del Grupo con los gobernantes de Afganistán, Argelia, Bahrein, Jordania, Yemen y Turquía.
Esta es una señal clara del G8 para comunicar que ha escuchado la voz de estos Gobiernos a la hora de elaborarlo. Ausente de la foto de familia estuvieron, no obstante, los representantes de Arabia Saudita y Egipto, dos naciones de gran importancia en la región pero con regímenes autoritarios, que no quisieron aceptar la invitación del G8 para acudir a Sea Island.
La declaración también hace hincapié en la necesidad de tener en cuenta la diversidad de la región, después que el plan original fuese criticado por meter en un mismo saco a países tan diferentes como Marruecos y Pakistán, aunque alerta de que las diferencias “no deben ser explotadas para evitar las reformas”.
El programa se complementa con el apoyo a “un acuerdo justo, amplio y duradero en el conflicto árabe-israelí”.
Esta referencia no existía en el texto original y ha sido incluida a petición de líderes como el rey Abdalá II de Jordania y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, para quienes las reformas no se conseguirán sin una solución a este problema.
El plan crea un “Forum para el Futuro” que reunirá periódicamente a ministros del G8 y de Oriente Medio para hablar del proceso de reformas.
Piden condonar deudas
El G8 no ha llegado a un acuerdo sobre qué cantidad de la deuda exterior de Irak van a condonar los países industrializados, aunque funcionarios de EU han destacado que hay acuerdo en que es necesaria una reducción “adecuada”.
“El Grupo de los Ocho ha acordado que la reducción de la deuda de Irak -cifrada en 120 mil millones de dólares- es esencial para el país”, explicó un alto funcionario estadounidense a condición de mantener el anonimato.
Mientras que Canadá, EU, Italia, Japón y el Reino Unido están dispuestos a que la cifra a condonar tiene que ser elevada -se habla de por encima del 70 por ciento-, Francia y Rusia, los dos principales acreedores, consideran que tiene que ser menor.
Además de la división entre los miembros del G8, la organización humanitaria Oxfam señaló que aunque celebra la reducción de la deuda de Irak, espera que los países industrializados adopten medidas similares con los países africanos.
“Celebramos la propuesta para cancelar 90 mil millones de dólares de la deuda exterior de Irak y urgimos a los líderes del G8 para que hagan lo mismo con África”, señaló Oxfam.
En un comunicado, Irungu Houghton, asesor de Oxfam para África, indicó que “si los líderes del G8 están dispuestos a perdonar 90 mil millones a Irak, ¿por qué no una tercera parte de eso a África?”
Según Oxfam, la deuda de las cuatro naciones más pobres del mundo es de 35 mil millones de dólares.