La selección mexicana, aún sin jugar el partido ante Ecuador está clasificada para la ronda de cuartos de final en Copa América; el pobre papel de Bolivia con su tercer lugar en el Grupo A que lo acredita como el peor tercero del evento, garantiza que hasta en el peor de los escenarios el Tri avanzará, aunque otro equipo resultó más feliz con la noticia.
Efectivamente, Argentina también podría quedar en tercer lugar y el fracaso boliviano le favorece para enfrentar con más tranquilidad su duelo ante Uruguay.
El anfitrión calificó y eso es bueno para la fiesta aunque no ha resultado convincente la forma de jugar de este equipo dirigido por Paulo Autuori, amén de la pérdida de su estrella Claudio Pizarro. Colombia también está adentro en su calidad de campeón defensor y al igual que los incas, tampoco han encontrado el hilo que les permita bordar el futbol preciso que les ayudó a coronarse hace tres años.
El partido entre Perú y Colombia fue dirigido por el árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez, cuya actuación analizaré para ustedes.
Marco es un árbitro poseedor de una capacidad física muy por encima de la media, lo que le favorece para cubrir la cancha como pocos lo pueden hacer. La cercanía a la jugada es una de sus mejores armas y le permite ganar en dos aspectos fundamentales en el arbitraje: exactitud y credibilidad.
Sin embargo, suele entrar en conflicto con los jugadores con demasiada facilidad, en ocasiones por la indisciplina de aquellos, pero en otras por marcar intrascendencias que lo único que logran es enrarecer el ambiente del partido haciéndole perder autoridad y mando.
En suma, Rodríguez se ha convertido en un verdadero buscador de peligro, faltando con ello a una norma básica en cualquier juez: ponderación y deseo de justicia.
Marco hace un buen arbitraje en el primer tiempo pero para la segunda mitad se pierde y empieza a marcar nimiedades que irritan al jugador y a dejar de sancionar cosas importantes como el juego peligroso del que se desprende el gol del empate peruano anotado por Flavio Maestri.
Rodríguez tendría que hacer un exhaustivo examen de conciencia para saber en qué momento el partido requiere de su protagonismo y cuándo asumir un discreto segundo rol. Madurar.
Ojo que nadie le está pidiendo al juez azteca que afloje en su concepto reglamentario del arbitraje, al contrario, ojalá más colegiados imitaran la convicción disciplinaria que posee Marco Antonio Rodríguez, pero la norma de juego está diseñada para ser aplicada por un hombre sereno, conciliador, justo, valiente y no por un vulgar verdugo cortador de cabezas.
Con la calificación de México a la siguiente fase es seguro que Marco volverá a nuestro país antes de que la Copa termine y bueno sería para él y sus instructores analizar al detalle sus actuaciones en aras de cuidar la incipiente carrera internacional de este buen árbitro mexicano.
Arturo Yamazaki, quien anda por aquí jugando en los casinos, podría ser de gran ayuda.
En otro tema, me uno al dolor que embarga a la familia Borgetti por el fallecimiento de Irene. Para Jared, el hombre más allá que el futbolista, un abrazo solidario y la confianza de que sus compañeros lucharán por un campeonato que en algo ayudará en estos momentos de dolor.
La trivia de hoy: ¿Cuántas veces se han enfrentado Argentina y Uruguay en Copa América?.