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MÉXICO, DF.- Es un derroche de color y movimiento, un lugar donde multitudes de compradores, vendedores ambulantes, turistas y mendigos atiborran las calles, donde la música de discos “pirata” de Ricky Martin se funde con los tambores de bailarines aztecas, y el aroma del incienso se mezcla con el de los tacos.
Es el corazón histórico de la ciudad de México, cuadras y cuadras de edificios pintorescos que relatan los 679 años de la capital. Pero el trasfondo de este espectáculo diario fue descuidado durante mucho tiempo, y muchos de sus edificios barrocos de piedra se deterioraron mientras la población se mudaba desde el centro de la capital a otras áreas.
Algunos líderes de la ciudad esperan revertir la situación. Inversionistas y el Gobierno local están destinando dinero a renovaciones, servicios y seguridad, alentando a muchos pobladores.
Sin embargo, otros están preocupados porque temen que estas acciones destruyan el carácter histórico del distrito y lo conviertan en otro blanco de interés para los agentes de bienes raíces.
Dejando de lado la suciedad, el delito y el ruido, el tamaño descomunal del centro de la ciudad de México representa un desafío enorme.
El centro, el más grande de todo el continente Americano y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), abarca 668 cuadras, casi 15 kilómetros cuadrados. La mayor parte de los edificios fueron construidos por los españoles, que levantaron mansiones, iglesias y conventos sobre las ruinas aztecas.
Hay una idea con la que todos coinciden: atraer a la gente para que viva nuevamente en el centro es la clave de su resurgimiento.
El jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, que tiene en vista las elecciones presidenciales de 2006, apodó la capital como “la ciudad de la esperanza”, y gastó más de 4.4 millones de dólares para mejoras sólo en este año.
Además de reemplazar las cañerías de agua de 100 años, y de instalar alumbrado público de estilo antiguo, está luchando para reducir los miles de vendedores ambulantes ilegales que colman las aceras y a veces también bloquean el tránsito vehicular.
Con el asesoramiento del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, López Obrador también ha instalado cámaras de seguridad y puestos para llamadas de emergencia, y está intentando terminar con la corrupción policial.
Sin embargo, el que más dinero ha gastado para revivir al centro de la ciudad es Carlos Slim, el hombre más rico de América Latina, con una riqueza neta estimada en 14 mil millones de dólares.
Slim ha pagado para realizar exhibiciones de arte, conciertos al aire libre y una revista para mejorar la imagen del centro de la ciudad. El organismo del que forma parte, el Fideicomiso para el Centro Histórico, ha gastado diez millones de dólares desde que fue creado, en 2002, para ayudar a los residentes con atención médica, créditos para pequeñas empresas y becas escolares.
Pero Slim, que creció en el distrito, ha destinado fondos por un valor diez veces superior a una sociedad privada de bienes raíces que ha comprado más de 60 edificios para oficinas y departamentos. Además ha trasladado a unos cinco mil empleados de sus empresas, entre ellas la mayor telefónica de México, Telmex, a oficinas del centro.
“Al final, es todo el mismo proyecto”, sostuvo Adrian Pandal, titular de la fundación de Slim. “La idea es llevar a la gente para que trabaje allí, para que viva, se divierta y estudie en el centro”.
La empresa ha sido lucrativa. Algunos de los edificios que compró Slim han duplicado o triplicado su valor, dijo Rodrigo Gayosso, que maneja los temas de bienes raíces de Slim.
No han tenido problemas para alquilar o vender los 400 departamentos que terminaron, y planean construir otros 600 en los próximos ocho meses.
Mientras algunos sostienen que la iniciativa de Slim está alentando a otros a invertir en el distrito, los críticos temen que el centro de México se convierta en un “mundo Slim”, repleto de restaurantes, bares, panaderías y tiendas de propiedad del empresario.
Las inversiones “han servido a un pequeño grupo: el grupo de Carlos Slim”, declaró Víctor Cisneros, presidente de la Unión del Centro, asociación que representa a unos siete pequeños empresarios de la zona céntrica.
“La gente lo llama rey Midas: lo que toca lo convierte en oro”, agregó Cisneros. “Reconozco que es inteligente, y es una persona que admiro porque proviene de abajo... Pero pienso que don Carlos se ha olvidado de los negocios que constituyen la vida del centro histórico”.
Por ahora, tanto Slim como el Gobierno de la capital se están concentrando en las viviendas.
Laura Itzel, secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda, espera que el distrito experimente un renacer similar al de los vecindarios de Condesa y Roma, a donde familias de clase media, artistas, estudiantes y extranjeros se mudaron en la década de 1990.
“Conesa es un lugar de moda para vivir ahora”, dijo Itzel. “Algo parecido va a pasar en el centro histórico... Tenemos que volver a focalizarnos en nuestra historia, en nuestro corazón”.
En los últimos dos años, unas 12 mil personas se han mudado al centro, indicó Itzel, que espera que otros 26 mil lo hagan antes de 2010.
Pero hacer que la población de esta ciudad de 8.5 millones de habitantes se traslade al centro no será tan fácil.
“Odio los vendedores ambulantes. Odio el tránsito y el ruido, aun así me gusta ir a visitar al centro. Pero no viviría allí de ninguna manera, ni siquiera si fuera barato”, explicó Het Garibaldi, sentado en un parque en Condesa.
Rebecca Taifeld, por otra parte, adora vivir en el centro y tiene un restaurante de comida japonesa. “El centro histórico es mágico, bello. Tiene historia, las paredes hablan”, declaró.
Sin embargo, admitió que “el Gobierno tiene que garantizar la seguridad para que la gente venga a vivir aquí”.
“Existen pocas personas que vienen a vivir y los que han venido, probablemente como yo, lo hicieron por una buena oportunidad de adquirir una casa a un buen precio, y como yo, son menos románticos con la idea de vivir en el centro”.