a aquellos a los que les aburre leer sobre Bush en diarios mexicanos habría que explicarles una vez tras otra que este es un momento peligrosísimo para la humanidad, para el mundo y desde luego para México y que los que tenemos la libertad de informar tenemos la obligación de poner nuestro granito de arena para evitar la reelección de W., revelando quién y cómo es en realidad, nos lea quien nos lea, especialmente cuando buena parte de la prensa y la televisión gringas están cooptadas por el lema del “Terrorismo” (¿?) igual que los foxistas.
El domingo pasado en su plana “Dicotomías” de Excélsior, el compañero Fausto Fernández Ponte dijo refiriéndose a las actitudes genuflexas de nuestro Presidente en la cumbrita para impulsar el ALCA-pone: “El peligro es el de una anexión sui géneris: La de someter nuestra soberanía, sin perder nuestra condición legal de Estado, a los caprichos de los intereses de Estados Unidos o, lo que es peor, de un solo individuo, un déspota demente y por añadidura forajido, como George W. Bush”.
Estoy de acuerdo en todo, por supuesto en los adjetivos, pero no en que la siniestra firma “George W. Bush”, represente a un solo individuo. De ser así resultaría más fácil evitar su reelección, pero la verdad que detrás de Bush, están sus terribles halcones, representantes directos de las peores corporaciones del capitalismo, no nada más las conocidas petroleras rapaces, capaces de todo (como de asesinar a Kennedy), sino los clanes más inmorales de las poderosísimas industrias del país vecino, por ejemplo las productoras de organismos transgénicos, que han invertido miles de millones de dólares en el negocio que es la transformación genética de productos agropecuarios naturales, esas siniestras compañías que están destruyendo la agricultura mundial para que todos los terrícolas coman solamente su infernales inventos, so falso pretexto de combatir el hambre planetaria.
Todas estas transnacionales pagan fortunas inconcebibles a sus subalternos, los políticos, para que cumplan al pie de la letra lo que les mandan. Verbigracia Monsanto la maligna reina de la ingeniería genética que ha logrado, entre muchos otros horrores que todas las tortillas de marcas industriales que se comen en México sean de maíz transgénico.
Pero a los que les fastidia oír hablar del presidente de USA, les ofrezco hoy un divertimento... el vicepresidente de USA. Dick Cheney, nos demuestra que W. no está solo en la sublime tarea de esclavizar y destruir al planeta para hacer después el negocio de reconstruirlo y poseerlo. ¡Ojalá haya algún día “un juicio de Nuremberg” para juzgar al “Hitlerito” actual y sus soberbios colaboradores! Cheney patentó “las guerras familiares de los Bush contra sus amigos”, en tiempo de Papa Doc Bush la primera invasión de Irak en 1990 contra el diablo, hoy pobre diablo, de su amigo personal y socio Saddam Hussein, aunque no fuera muy democrático. Antes había inventado en 1989 invadir a Panamá (con Reagan realizó la invasión de la pequeña isla de Granada, “un peligro para los Estados Unidos”) en el que el padre del actual belicista y él mismo organizaron una sanguinaria guerra contra un pueblo inocente gobernado por otro de los hombres del presidente de USA, el general Noriega. Murieron seis mil civiles panameños. La venganza del gringo, ex director de la CIA, contra el latino que le ayudaba en los negocios de droga, fue comparable a las actuales guerras de su hijito contra otros cuates, Bin Laden y el mismo Saddam, sólo que hoy tienen los compinches Bush, Rumsfeld y Cheney mejores armas de destrucción masiva, por cierto ésas sí muy a la vista y la ONU ni chista.
También inventó la Guerra de las Drogas (el libro alusivo está a la venta en mi página web) cuando cayó la URSS y se le acabó el presupuestazo de la Guerra Fría al secretario de la Defensa, que no de la Guerra, Mr. Cheney. La de las Drogas es aplicada solamente a los países americanos porque a los orientales donde se dice que los Bush tienen grandes intereses (incluyendo en Afganistán), no los tocó. Cuestión de tener la bota puesta en toda América.
El político Cheney, con seis períodos en el Congreso en donde estableció el récord de votos más derechista de los 435 congresistas -votó porque el hoy héroe sudafricano Mandela permaneciera en la prisión del Apartheid, contra todas las leyes promotoras de igualdad de derechos y por supuesto contra el aborto aún en caso de violación e incesto- es más que la mano derecha de Bush, es uno de los que lo mandan en nombre de las corporaciones que sostuvieron su campaña, su fraudulenta elección y su vergonzoso Gobierno.
Hoy se cobran con los contratos de Irak, pero exigen todos los negocios del mundo, de todo el mundo. Entre esas compañías, Cheney tiene una, la petrolera Halliburton, que (el dinero como sea) vende a USA la manutención de las tropas en Afganistán e Irak, algo que hace tan mal que los soldados estadounidenses se están suicidando por falta de víveres y de agua en Irak, así como de desesperación. Uno de cada ocho soldados invasores muertos en Irak, cometió suicidio.
Deben saberlo los lectores y los electores que tienen en sus manos una aberrante reelección. Otra generación como la de Vietnam...
Así pues, el demente e ignorante de W. odiado en todo el orbe, aquél cuya efigie se quema en la calle hasta en su aliada Inglaterra, el que tiene dificultad para leer y creía hasta hace poco que “África era un país”, ése del que se burlan los humoristas gringos, no está solo. Está sostenido por una infraestructura diabólica de gente como el dueño de Halliburton, su vicepresidente, pero sobre todo por las inmensas corporaciones cuyo apetito nunca se calma.
Ya tienen sus contratos en Irak, pero les molesta que los iraquíes no se apacigüen y les agradezcan, lamiéndoles los pies, todo lo que van invertir en esa tierra que destruyeron tan brutalmente. Este es el mundo del capitalismo salvaje, elevado al rango semántico de “globalización”, al que nos lleva Fox.
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