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Bush/Nuestro concepto

Otra vez el presidente de Estados Unidos y sus guardaespaldas, se llevan la nota. Al margen de las conclusiones –un poco de buenas intenciones, como siempre- a las que llegaron los mandatarios que asistieron a la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la reunión en Santiago de Chile pasa a la historia por la prepotencia de los agentes del Servicio Secreto y la violación al protocolo... la falta de respeto, en suma, con que se mueve el líder del país más poderoso del planeta.

Fiel a la cita, el presidente Bush arribó junto a su esposa Laura, al Centro Cultural, donde fueron recibidos en la puerta central por el presidente chileno Ricardo Lagos y la primera dama Luisa Durán, pero cuando los agentes estadounidenses que los resguardan intentaron entrar también por la puerta principal, un enjambre de agentes de la militarizada policía de carabineros se agolpó en la entrada para impedirles el paso, tal y como lo ordena el protocolo.

Y eso no es todo, Bush decidió devolverse al escuchar los gritos de sus escoltas y violando también el protocolo, estiró el brazo y jaló a uno de sus guardaespaldas que ingresó por la puerta principal. Luego de cruzar unas palabras y en medio de una absoluta confusión, Bush retomó su ingreso a la Estación Mapocho, mientras sus escoltas debieron resignarse a entrar por las puertas laterales al recinto, de acuerdo con lo estipulado por las autoridades.

Sobra decir que el incidente generó confusión, un retraso de al menos siete minutos en la llegada de los otros gobernantes del APEC, cuyos contingentes debieron aguardar sobre la avenida Cardenal Caro que los efectivos del Servicio Secreto tuvieran a bien mover sus limusinas y la indignación de propios y extraños ante la prepotencia del equipo de seguridad de la pareja estadounidense.

Queda claro que la delicadeza, el tacto político y aún el respeto a las elementales reglas que impone el protocolo en reuniones como la de APEC, le están negadas al presidente Bush, cuyo equipo de seguridad brinda gratuitas e innecesarias demostraciones de poder, en su tierra y en la ajena.

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