Durango

Caer en un ataúd

La muerte se convierte en parte de la rutina diaria, para un sepulturero

Citlalli Zoé Sánchez | El Siglo de Durango

A Víctor Jesús Galindo Nava no le da miedo morir, dice ?que todos vamos para allá?, así que no le preocupa el día final. Y es que durante 15 años, la muerte ?le ha dado de comer?.

Trabaja como sepulturero en el Panteón Municipal, y ahora es parte de su rutina ver cómo las personas sufren al momento de despedir a sus seres queridos pero él, aunque respeta su dolor, ya es inmune a ese pesar. Antes era ladrillero y en cuanto tuvo oportunidad cambió de empleo en busca de mejores ingresos para mantener a su familia.

Por eso ahora entra a las 8:30 horas y por lo regular, si no hay imprevistos, sale a las 18:00 horas aunque puede prolongarse su jornada, todo para recibir 700 pesos a la semana.

PARICULAR INICIO

Todavía recuerda la primera vez que ayudó a bajar el féretro de una persona. Estaba lloviendo y en su interior sentía muchos nervios; tal vez por eso se cayó junto con el ataúd y en su brazo está la cicatriz que quedó de aquel incidente.

Pero ahora las circunstancias son distintas, ya está ?impuesto?, como él mismo cuenta. Cava una fosa en un promedio de dos horas y en una ocasión, por el año de 1993, enterró a 12 personas en un mismo día. Asegura que en ocasiones termina exhausto con tanto movimiento que se registra en el camposanto. Incluso, cuenta que después de la muerte de su padre halló resignación en su trabajo.

Sin embargo, dice que su empleo es tranquilo pero no cabe duda que el panteón es un mundo poco explorado para las personas que sólo van de visita.

Quién se iba a imaginar que en el lugar donde descansan los restos mortales de los seres queridos de miles de personas algunos enamorados aprovechen la soledad para demostrarse su afecto. En el caso de Víctor Jesús, le tocó presenciar una escena de amor entre dos mujeres, pero al ser descubiertas optaron por huir y nunca más volver.

En estas fechas en las que los duranguenses abarrotan el cementerio para cumplir con unas de las tradiciones más arraigadas en el pueblo mexicano, Víctor Jesús se encuentra con varias sorpresas.

HECHIZOS

La primera es que se trata de una temporada ideal para que los que gustan de la brujería realicen sus hechizos.

Se escabullen entre la muchedumbre y, una vez pasada la efervescencia, es común descubrir fotos con alfileres y en recientes fechas ha visto algunas cruces dibujadas con carbón en el suelo, además de veladoras. Sucede otro caso curioso: no faltan los aprovechados que no llevan flores y en cuanto alguien se descuida roban los adornos y los ponen en la tumba de su pariente para que no se vea tan desierta.

DESPUÉS DE CERRAR

No es muy común, pero de igual forma ha lidiado con personas que ante el sufrimiento de su pérdida no quieren abandonar el nicho y sin darse cuenta permanecen en el cementerio después de que se cierran las puertas, pero nunca pasan la noche completa en el lugar y si es necesario, se debe recurrir a la fuerza pública.

Asegura que nunca ha visto fantasmas o algo por el estilo; desde su punto de vista, hay que tenerle miedo a los vivos. Manifiesta que regularmente se queda como velador y algunos ?cholos? se brincan; ellos son los que hacen bromas para asustar a los visitantes.

Con todo esto, Víctor Jesús se aburre a veces de estar solo entre los sepulcros; por eso trae consigo un radio que le inyecta energía con su música.

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