En medio de un campo minado, el Gobierno chapotea, busca pleitos, comete errores y así, se aproxima al cuarto Informe de Gobierno. El creciente clamor por instrumentar una política de reconciliación nacional cobra fuerza, pero ni aun así la Presidencia reflexiona si algo de razón tienen esas voces que advierten el peligro de falta de gobernabilidad. Realidad es, en la lógica oficial, la que reportan las encuestas y mientras éstas no registren mayores descalabros en la figura presidencial, no tiene el menor sentido tomar en cuenta ese clamor. Es claro que, desde hace tiempo, se renunció al Gobierno. Lo que falta saber es cuánto tiempo puede perdurar esta situación donde al tiempo y al azar se deja el curso de los acontecimientos.
*** No por nada, voces de los más diversos sectores empresariales, académicos, religiosos, políticos, sociales, periodísticos e intelectuales advierten que la política está en la calle y urgen a rescatarla para construir acuerdos mínimos de entendimiento que conjuren el peligro de un mayor desencuentro. Con toda lucidez Miguel Ángel Granados Chapa desarrolló bajo ese título una de sus columnas y quizá, a ella sólo se podría añadir que la política está en la calle pero en el doble sentido de la acepción de ese dicho. La política en la calle porque a ese espacio recurren cada vez más frecuentemente quienes sienten vulnerados sus derechos y no encuentran en los canales institucionales de participación respuesta a sus problemas: los ciudadanos frente a la delincuencia, los trabajadores del IMSS frente a la reforma del Régimen de Pensiones, los perredistas que defienden a Andrés Manuel López Obrador, los franeleros y las prostitutas por la Ley de Participación Ciudadana, los electores que no ven la institucionalización de una cultura de respeto al voto... Pero la política también está en la calle por el bajísimo nivel con que se conducen los profesionales de ella. La élite política no acaba de entender que más allá de sus ambiciones personales o grupales, más allá de su sed de venganza para aniquilar a su más odiado adversario, más allá de sus particulares intereses..., hay toda una gama de asuntos del interés nacional que han sacrificado en ese juego de mezquindades y traiciones que practican con irresponsabilidad. La política está en la calle y por lo visto, no hay interés por rescatarla.
*** En el ámbito partidista, las tres principales fuerzas y las tres fuerzas restantes han tergiversado perversamente el sentido de los partidos. Los partidos no son, al menos hasta ahora, instrumento de la ciudadanía. No, la ciudadanía es instrumento de los partidos. Y, así, los partidos acrecientan la distancia con la sociedad. Desde esa óptica, el ciudadano es para los partidos un individuo con cara de boleta o si no hay elección, el ciudadano es un punto de simpatía a ganar en las encuestas. El resto del ciudadano es un costal de carne y huesos y en el mejor de los casos, un súbdito obligado a rendir honores a las siglas que él escoja. Más, no es. Superado el más reciente trance electoral y antes de tener que poner el empeño en la siguiente contienda, la atención se concentra en la eliminación interna. El eje Roberto Madrazo-José Murat-Ulises Ruiz siente consolidada la fechoría electoral en Oaxaca y ahora se empeñan en imponerle a Elba Esther Gordillo el calendario de su propio sacrificio, antes de que ésta intente ponerlos contra la pared. Esa tríada ha formalizado, finalmente, el pleito por el control del partido y en ese combate, el primer asalto consiste en poner contra las cuerdas a la maestra Gordillo. No se trata, de ningún modo, de un combate donde esté en juego un proyecto. En el fondo, ni uno ni otro lo tienen. Se trata nada más de perfilar quién se queda con la franquicia en el ánimo de explotarla en la búsqueda del poder. En el caso del perredismo, los frentes que tienen abiertos hacia fuera y hacia dentro de su propia organización lo nulifican como una fuerza interesada en implantarse en el territorio nacional. El pleito de la dirigencia con el matrimonio tlaxcalteca es una comedia que ni siquiera alcanza el rating que tuvo el pleito callado de la dirigencia albiazul con la pareja presidencial. Y en medio de ese pleito, la estrategia para defender del desafuero a su más fuerte carta para competir por la Presidencia de la República, luce deshilvanada, hecha un nudo de contradicciones entre el arreglo político y la prevalencia de una moral difícil de acreditar. Donde quizá hay mayor sintonía, es en Acción Nacional. Ahí, al igual que en el Gobierno, la dirigencia ha resuelto definirse como un cuerpo de veladores encargados de cuidar del edificio aunque los cimientos del mismo se estén resquebrajando. Si el Presidente de la República precipitó su propia sucesión, el PAN no hace más que cruzarse de brazos frente al desbocamiento de sus precandidatos. Felipe Calderón ya se lanzó en pos de la candidatura y mañana le toca el turno a Carlos Medina Plascencia, mientras Santiago Creel no acaba de encontrar la fórmula para proyectarse como tal sin perder el despacho del Palacio de Covián.
*** En el ámbito laboral, la idea presidencial de tener compartimentada la acción del Gobierno ha provocado toda una serie de carambolas entre el secretario del Trabajo y los directores de las instituciones o empresas paraestatales, que a punto están de entrar en crisis. El Presidente de la República se entiende a sí mismo como el jefe mayor de las secretarías de Estado, pero no como un jefe de Gobierno y entonces la acción de conjunto en la administración es punto menos que imposible. En el esquema gerencial de la administración, la política deja de comprenderse como un fenómeno poliédrico y entonces los secretarios de Estado actúan con orejeras y así jalan sin ton ni son la carreta del Gobierno. Por eso, Carlos Abascal rechina los dientes frente a Santiago Levy. Fernando Elizondo rechina los dientes frente a Raúl Muñoz. Por eso, Rafael Macedo de la Concha rechina los dientes frente a Alejandro Gertz que, ahora, ya se fue. Por eso, Luis Ernesto Derbez rechina los dientes frente a Fernando Canales. Por eso Eduardo Sojo rechina los dientes frente a Francisco Gil. Por eso, Santiago Creel rechina los dientes frente al gabinete porque, cuando no están desinformados de lo que hacen entre sí, ponen todo su empeño en hacer exactamente lo contrario de lo que está haciendo su compañero. Y, por eso, el gabinete rechina frente a Santiago Creel porque, como éste no se puede meter en nada, se termina metiendo en todo sin tener claro por qué se mete. Todo de buena fe, casi todo mal hecho. Y como el gerente mayor ve compartimentada la actuación de sus colaboradores, nunca acaba de comprender la complejidad de los problemas. Así, la acción de Gobierno luce desarticulada y sin sentido pero eso no lo entiende el Mandatario: en su concepto, cuatro años después de ejercer el mando es un incomprendido. Por eso, el desprecio y la intolerancia a la crítica. El Gobierno también está en la calle... pero ni aun así está dispuesto a rectificar.
*** Al Mandatario lo están rebasando claramente los problemas, se le están saliendo de los canales institucionales de participación, se le están yendo a la calle y así en las condiciones y la atmósfera descritas se aproxima a su cuarto Informe de Gobierno. La simple agenda de los días que median entre esta fecha y el primero de septiembre es bastante elocuente del campo minado por donde brinca desesperado y sin avanzar el Mandatario. La agenda de esos días es la agenda de toda una colección de pleitos. Viene el desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Ahí podría darse un absurdo. Luego de judicializar la política, ahora se podría politizar a la justicia. Pero, como el Gobierno Federal ve en el juicio una oportunidad política para bajar a un contrincante, los empeños están puestos en avivar y no en resolver el problema. Vicente Fox y Santiago Creel no pierden ocasión en ese sentido. Viene la formalización del pleito entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo y en esas condiciones los acuerdos políticos con el Gobierno son un verdadero albur. Si Vicente Fox y Santiago Creel no supieron reconocer el límite y el horizonte de su alianza con Elba Esther y se entrometieron en los asuntos internos del PRI, ahora se podrían encontrar con la principal fuerza política en trance de desestabilización. Con quién van a hacer política, si a fin de cuentas se están acabando los políticos. Viene la conclusión de la Convención Nacional Hacendaria que habrá agotado la prórroga para encontrar consensos en los puntos nodales que la mantienen trabada. El fin de agosto marca ese límite y, curiosamente, el secretario Francisco Gil muestra el mayor desinterés en ella. No acude a ella, no manda un representante de nivel y así lo que puede ocurrir con la Convención puede resultarle en extremo delicado al Gobierno. Viene el agotamiento del plazo que el mismo Presidente de la República se dio para informar de los avances en materia de seguridad pública. Y en el margen de ese lapso, si bien se han tratado de dar golpes espectaculares, los errores y las omisiones empatan el marcador. ¿Qué le va a decir Vicente Fox a la ciudadanía, en cuanto al resguardo de su integridad física y patrimonial, cuando el secretario del ramo se le fue? Viene la presentación del presupuesto que sin Reforma Hacendaria y/o fiscal se antoja como un problema, un problema al que se agrega la atmósfera de desencuentro.
*** Todo eso está en el campo minado que conduce al cuarto Informe de Gobierno que, en principio, debería ser aquél donde el Mandatario hablara de lo hecho a lo largo de la administración. El quinto y el sexto, en el mejor de los casos, se destinan a informar de los logros de la administración, pero cuando no hay tales es muy difícil informar del vacío. Por eso y aun cuando fuera por error, en estos días el Mandatario en vez de hablar debería oír. Son cada vez más las voces que reclaman una política de reconciliación.
