La recuperación económica en Estados Unidos es una realidad y paulatinamente comienza a reflejarse en México.
Atrás parecen haber quedado los aciagos tiempos de la recesión que pegaron con fuerza a ambos países desde finales del año 2000 y se recrudecieron a raíz del fatídico 11 de septiembre de 2001.
Aunque persisten algunos negros nubarrones por disiparse, lo cierto es que la economía yanqui crece a buen ritmo desde el año pasado y según los pronósticos más confiables el Producto Interno Bruto crecerá en este 2004 por encima del cuatro por ciento.
Recordará usted que en el tercer trimestre de 2003 el PIB, conocido en inglés como el Gross Domestic Product (GDP), alcanzó un avance récord del 8.2 por ciento lo que disparó por los cielos las expectativas de la recuperación norteamericana.
En el último trimestre de 2003 y en el primero de 2004 se redujeron los índices de crecimiento al 4.1 y 3.9 por ciento, respectivamente, lo que enfrió los ánimos de los inversionistas; no obstante confirmó la tendencia alcista de la recuperación de la primera potencia del mundo.
No están nada mal los indicadores si tomamos en cuenta que ocurren en un año de elecciones presidenciales, en medio de la guerra en Irak, amén de la batalla que libra el Gobierno de George W. Bush en contra del terrorismo.
Los efectos positivos de este resurgimiento ya se perciben en México con mayor vitalidad. El año pasado el crecimiento del PIB fue de apenas el 1.3 por ciento contra el 3.1 de los Estados Unidos.
Pero en este 2004 los pronósticos hablan de un crecimiento anual del 4.3 por ciento contra el 4.7 por ciento de Estados Unidos, con todo y que las famosas Reformas Estructurales no se han concretado.
En medio del desconcierto que priva en América Latina y en buena parte del mundo, reconforta observar que la economía mexicana vuelve por sus fueros y que podría surgir una racha similar a la ocurrida entre 1996 y 2000, cuando se alcanzaron tasas de crecimiento cercanas al siete por ciento.
Si miramos a nuestro alrededor el panorama es patético. La Unión Europea creció el año pasado apenas 0.4 por ciento y se estima que en 2004 crecerá 1.7 por ciento. Japón lleva bueno ritmo: un 2.7 por ciento el año pasado y cuatro por ciento en el actual.
En Brasil se pronostica un crecimiento del 3.5 por ciento en 2004, pero el año pasado decreció 0.2 por ciento. Argentina también se recupera con un crecimiento del 8.7 por ciento en 2003 y un estimado del ocho por ciento para el actual. No obstante, los argentinos vienen de una crisis de cuatro años con decrecimientos que alcanzaron el 10.9 por ciento en 2002.
Venezuela es de los casos más críticos, decreció un 8.9 por ciento en 2003 y para este año se estima un retroceso de 9.2 por ciento. El milagroso Chile registrará un incremento del 5.4 por ciento del PIB en el año luego del 3.3 que obtuvo durante el año pasado.
Pero de poco o nada servirán estos crecimientos si no se mantienen bajo control algunos indicadores cruciales como las tasas de interés, el índice de inflación, los precios de los combustibles y en el caso de América Latina los problemas de inseguridad.
En México bastará atacar con éxito la corrupción y recuperar tantos empleos perdidos para que la recuperación camine sobre bases firmes y seguras. Se dice fácil, pero ya vimos que ni el Gobierno del cambio han podido con tan pesado paquete.
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