Está cerca, ya hay candidatos a gobernador, a diputados, algunos para alcaldes; lo que no hay es altura. En el estado de Durango se acercan cada vez más los comicios locales. Hernández Deras, candidato a gobernador por el PRI, va en caballo de hacienda. No habrá quién se lo impida; es la realidad. El priista no tiene rival en la tierra de los alacranes. El PAN estatal de Durango siempre dividido, llega con un contendiente que primero tiene que explicar las cuentas en su partido, para luego salirse a las calles a tratar de convencer a los duranguenses, con unas encuestas que nada lo favorecen y que la intención de voto lo pone contra las cuerdas.
Sin duda será lamentable la falta de competencia política que aparentemente se realizará para la primer magistratura del estado. Campos Murillo, perdedor de la contienda interna con Galván por el PAN, busca en una coalición de izquierda, –irónico: Si no puedo por la derecha ¿por qué no por la izquierda?- entrarle al juego.
En fin, a falta de competencia menor la exigencia para el ganador. Ojalá y no sea un preludio de otro sexenio local de tono gris subido.
Eso no es todo, lo más lamentable, es la exhibición que están dando los priistas en la selección de sus candidaturas a alcaldes. Por las diputaciones locales hay golpes y pataletas entre ellos mismos; malo también, aunque las posiciones se están ya definiendo. Lo sorprendente por lo menos en la capital es el nivel de gasto publicitario para apenas las precandidaturas: Herrera, Güereca, Efraín y Lugo han desplegado su imagen que el ciudadano confunde con cuatro opciones para la alcaldía, cuando de ésas sólo se convertirá en una por el tricolor.
Contrasta pues el marketing político contra el comercial común. Fácil es suponer que la política es mejor negocio que cualquier otro, basta mirar lo que se invierte en imagen.
En la Comarca en cambio la cosa varía un poco y no para bien. En Gómez Palacio, Octaviano Rendón cuenta con la anuencia de Carlos Herrera y se presta a perdurar el control de la familia en la presidencia municipal, pero el diputado Garza Espino hasta el final de su período se dedica a acusar a su rival de partido sólo en tiempo electoral. O sea, el nivel acá deja también qué desear.
En Lerdo al parecer el PAN tiene posibilidades, Rosario Castro Lozano, miembro de la familia feliz, puede repetir en un puesto que ya conoce ante un PRI municipal en que sus miembros no respetan ni sus propias reglas.
Así está la cosa pues allende del Nazas. Durango es un estado casi unipartidista, allá la libertad de cada quien. La tristeza estriba en la indiferencia de la ciudad duranguense que permite ese comportamiento de sus políticos.
Hay que recordar que cada sociedad tiene el Gobierno que quiere y para La Laguna lo que afecta a Gómez Palacio o a Lerdo, nos afecta a todos.
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