EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Candidatos y candidotes

Francisco José Amparán

SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE

Los partidos de oposición en los viejos, malos tiempos (fundamentalmente el PAN) tomaban sus decisiones en petit comité, en convenciones a las que asistían unos cuantos cientos de líderes… dado que la membresía no daba para más. Y a veces ni así se ponían de acuerdo: si López Portillo promovió la reforma política de Reyes Heroles en 1978, fue para que un priista no volviera a hacer el papelón que hizo JoLoPo, al ser candidato único en 1976, cuando los panistas se agarraron de la greña y terminaron no postulando a nadie. Para colmo, cuando los blanquiazules ganaron la presidencia, ello ocurrió porque Fox se les impuso a rajatabla y no mediante una convención nacional real, según los cánones.

El PRD, a su vez, no niega la cruz de su parroquia y sus orígenes, que no son muy democráticos que digamos, a saber: una fracción del PRI anclado en el rancio nacionalismo de hace décadas; y la izquierda primitiva que no se ha enterado del derrumbe del Muro de Berlín y que le entrega las llaves de la ciudad de México a un Fidel Castro al que el resto del mundo le huye como si de la peste se tratara. Así, las decisiones internas en ese partido se toman en base a la lucha entre “tribus”, legítimas herederas de los dogmatismos y pugnas bizantinas libradas en la clandestinidad; o a la tradición caciquil mejor expresada por los “liderazgos morales” como el del ingeniero Cárdenas. Esta división es una de las principales debilidades del PRD y una muy buena explicación de por qué nunca alcanza ni el 20 por ciento de votación nacional.

Ah, y a propósito. Ahora se habla de un relevo generacional, que la estafeta pasó de Cuauhtémoc a Andrés López. Pero ¿qué relevo hay si se esgrimen abstracciones y vaguedades ya propuestas por Luis Echeverría hace 30 años, que nos condujeron al desastre? Relevo sería que el PRD se convirtiera en un partido socialdemócrata moderno, el que este país necesita. Una izquierda que viera y tomara lo mejor de los socialistas españoles o alemanes, no de antiguallas caducas y podridas como Castro o demagogos delirantes como Chávez. Ese es el relevo que se requiere y que México aplaudiría a rabiar.

Total, que nuestra democracia niña está en manos de partidos que aún no se adaptan a los nuevos tiempos y que siguen sin tener mecanismos de elección interna dignos, confiables, democráticos y modernos. Los ciudadanos deberíamos insistir en que los partidos, ya que controlan todas las instancias reales del poder (en lo que tiene razón Castañeda), al menos deberían poner orden en su casa y elaborar procedimientos decentes para seleccionar sus candidatos. Y no, por favor no sigan el ejemplo americano. ¿Se imaginan una convención como la republicana… pero del PVEM en Cancún?

PD: Condolencias a Javier Amarante; y felicitaciones a Juan García Chapa: al fin se le hará justicia a Carlitos y los suyos.

Consejo no pedido para que su mujer no lo desafore: Lea “Primary colors”, de Joe Klein (que originalmente apareció como anónima), una punzante mirada a una campaña presidencial norteamericana. Vean la genial adaptación cinematográfica (en México titulada “El escándalo”) con John Travolta y Emma Thompson. Y escuchen “Fanfarria para el hombre común” de Emerson, Lake & Palmer, para redoblar su fe… en el hombre común. Provecho.

Correo: francisco.amparan@itesm.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 108059

elsiglo.mx