En los tiempos actuales donde la forma es más importante que el fondo, la administración de Guillermo Anaya se ha caracterizado por anunciar espectaculares proyectos sin tener el consenso de las partes afectadas.
Ejemplos hay muchos, pero basta con mencionar sólo algunos. En abril el alcalde declaró que el progreso de Torreón no se negociaba y que el cambio de vialidades en las calles Feliciano Cobián, Arista, Lerdo de Tejada, Prolongación Colón y González Calderón, habría de realizarse. A pesar de esto y debido a las protestas de vecinos de la colonia Nueva Los Ángeles, el alcalde se arrepintió de último momento.
En noviembre, nuevamente Guillermo Anaya declaró a los medios que nada detendría la construcción del mercado Nueva Alianza. Sin embargo los locatarios mantienen su oposición al proyecto. Sobre todo ahora con la reestructuración del transporte, que impedirá la circulación de camiones suburbanos por el bulevar Revolución alejando así a compradores naturales del mercado. Por cierto la población dice desconocer el cambio de rutas, y los transportistas afirman no haber sido tomados en cuenta.
La cereza del pastel son las peregrinaciones. El 27 de noviembre se anunció que la propuesta del Consejo de Vialidad se llevaría a cabo. Ahora los creyentes peregrinarían por la Matamoros en lugar de la avenida Juárez como se hacía tradicionalmente. Hoy la historia es distinta, debido a las presiones de comerciantes el acuerdo se vino abajo y nuevamente la Juárez será la rúa a cruzar por los católicos.
En estos temas la gran coincidencia es la falta de negociación de la administración municipal. Guillermo Anaya, al igual que Vicente Fox, carece de operadores políticos. Sin tener “amarrados” los acuerdos el alcalde anuncia proyectos, modificaciones viales que después incumple.
Debido a las aspiraciones políticas del alcalde, Anaya debe enmendar el camino. Rodearse de gente que lo mantenga informado y le permita hacer su trabajo, y no de personas que más parecen jugar con el equipo contrario.
