Es natural que el nuevo secretario haya conservado a la mayoría del equipo de Marcelo, sobre todo porque en esta temporada se dispara la delincuencia y de momento no es conveniente hacer muchos cambios. Pero de ahí a que los subordinados de Ortega todavía rindan cuentas a Ebrard es realmente inaceptable, pues hay nuevo jefe y parece que nadie se ha dado cuenta.
Con un manoseo descarado de Marcelo Ebrard y su gente, la llegada de Joel Ortega Cuevas como secretario de Seguridad Pública del DF está lejos de consolidarse. Como relevo en la jefatura de Policía, los que saben del asunto recomiendan a Joel romper públicamente con su antecesor, si es que desea en serio asumir el mando.
Es natural que el nuevo secretario haya conservado a la mayoría del equipo de Marcelo, sobre todo porque en esta temporada se dispara la delincuencia y de momento no es conveniente hacer muchos cambios. Pero de ahí a que los subordinados de Ortega todavía rindan cuentas a Ebrard es realmente inaceptable, pues hay nuevo jefe y parece que nadie se ha dado cuenta.
Cierto que la situación de Joel es muy incómoda, pues tiene marcaje personal de Vicente Fox, a quien rendirá cuentas, pero responde a los intereses de López Obrador y Marcelo.
El nuevo secretario debe jugar inteligentemente, pues tiene a un lado la investigación de los linchamientos de Tláhuac, por lo que debe tomar distancia, sin que los implicados se molesten.
Muestra de la descarada intromisión de Ebrard en la SSP es el rosario de entrevistas que ayer dio el subsecretario Gabriel Regino, quien busca salvar su pellejo y de paso el de su ex jefe, de quien por cierto tiene una foto en la pared de su oficina.
Todas las entrevistas del funcionario las manejó Fernando Valdés, que supuestamente ya no trabaja en la SSP, y no Ricardo Olayo, vocero de la dependencia. Eso sí, se usaron todos los recursos de la secretaría para llevarlas a cabo, con la anuencia de Ortega y el manejo desde fuera de Marcelo Ebrard.
La estrategia que usan los implicados en los linchamientos es similar al que desplegó René Bejarano en su defensa, aunque finalmente tuvo que pisar la cárcel. El rollo que Regino repitió en todas las entrevistas fue el mismo: la PFP estaba más preocupada por ocultar que sus agentes investigaban a la guerrilla que por salvarlos.
¿Y eso qué? Independientemente de que los agentes hayan estado haciendo lo que fuera, incluso robando, es aparte. Es más, por eso el director de esa corporación ya fue cesado. Lo grave es que a los agentes de la PFP los dejaron morir policías del DF que nunca recibieron la orden de Regino para entrar a rescatarlos.
Quizá al aún funcionario no le haya ?caído el veinte? de que hubo dos muertos y que sus familias, sus compañeros y la sociedad están indignadas. Quizá por eso, renuncie o no, la PGR irá por él y, si antes no lo corre, Joel Ortega quedará como el funcionario que lo cobijó, a pesar de su probada ineptitud y probable responsabilidad. Que a nadie extrañe si en estos días, con la Navidad cerca, Regino y su carnal Marcelo reciban de Santaclaus una orden de aprehensión, cuyo escándalo sería mínimo debido a que en estos días de fiesta la gente no ?pela? mucho las noticias.
Centavitos...
Tal como estaba pronosticado, los diputados de Izquierda Democrática Nacional se quedaron con las ganas de sus elecciones vecinales, que se pospondrán de manera indefinida. La tribu perredista fue derrotada por la mayoría, donde incluso diputados de su propio partido le dieron la espalda. Es claro que los bejaranistas de la Asamblea del DF están cada vez más solos y totalmente desarticulados. Lejos quedaron aquellos tiempos de la soberbia y la prepotencia donde su palabra era ley, sin importar quiénes chillaran, patalearan o hicieran berrinche. Pobres cuates.
