Londres, (Notimex).- Un extraño ejemplar de esturión de 120 kilográmos y tres metros de largo terminó en poder del Museo de Historia Natural de Londres, después de haber desaparecido durante un día y estar en búsqueda por parte de la policía británica.
"Todavía no se ha decidido si el Museo podrá poseerlo de forma definitiva", reconoció para Notimex el Comisario de Pesca (Fish Curator) del Museo, Oliver Crimmen.
Crimmen es jefe del equipo que aún estudia el ejemplar, tan raro que no saben a que especie pertenece, por lo que se le realizaron pruebas genéticas, cuyos resultados "se sabrán en un par de semanas".
La historia del pez comenzó los primeros días de junio, cuando el pescador Robert Davis, de 27 años, lo capturó al sur de Gales, "el único lugar de Reino Unido donde pueden ya encontrarse esturiones", tras el cambio medio ambiental que ha sufrido la zona comentó.
Según una antigua ley que data de siglo XIV, estas grandes capturas se consideran "peces reales" y pasan a ser propiedad de la Corona ya que deben ofrecerse al monarca, lo cual todavía aplica en la actualidad, por ejemplo también para las tortugas que se quedan en las redes.
En este caso, la secretaría personal de la Reina declinó hacerse cargo de tan extraño y gigantesco animal, así que Davis llevó la captura al mercado de Plymouth, donde lo compró, por 600 libras (casi mil cien dólares), el comerciante Nick Henry.
A estas Alturas, la policía fue informada, y debido a que el esturión es especie protegida en el Reino Unido desde 1992 y es ilegal su captura y venta, los agentes acordonaron la zona y suspendieron la venta de pescado.
Pero el esturión había desaparecido, y permaneció en paradero desconocido durante un día entero, pese a que la policía rastreo el mercado y comenzó un operativo para localizarlo.
Por supuesto, el animal no se había esfumado, sino que fue el mismo Henry, el comprador, quien lo mantuvo en su cámara frigorífica, donde a los agentes de policía no se les ocurrió buscar.
Henry se lo entregó a su amigo Tim Alsop, también comerciante de pescado, quien decidió donarlo al Museo de Historia Natural en lugar de venderlo a algún restaurante.
Una vez en la sala de autopsias del museo, los investigadores pudieron comprobar la rareza del ejemplar: pese a parecer una hembra, no tenía huevos, lo que se conoce como caviar, y que se paga a precios astronómicos.
Tampoco encontraron ningún parásito en su cuerpo, hecho poco habitual y que dificulta la identificación, ya que a los parásitos es una herramienta habitual y fiable para identificar a las especies, por la simbiosis que mantienen.
Crimmen confía en que el pez termine en el museo, dadas sus características extraordinarias y su interés como objeto de estudio.
Pero aún queda decidir, por la vía policial, quien será el dueño legítimo del animal, cuya captura puede suponer hasta seis meses de prisión y cinco mil libras de multa (más de nueve mil dólares), y a cuyas raras características se suma su no menos original historia.
De la vejiga natatoria seca del esturión se obtiene la llamada "cola de pescado" también comestible.