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Cartas Hebdomadarias

Emilio Herrera

Señor Capitán

IGNACIO ALLENDE URAGA

México, D.F.

Admirado y querido Capitán.

No te vas a sorprender si te dijo que te conozco y te admiro desde los años veinte, cuando la señorita Hortensia te presentó con nosotros, un grupo que de inmediato se identificó con ustedes, nuestros héroes patrios, y cada quien escogió a uno para tenerlo como paradigma, para llevarlo en su corazón y honrarlo a diario. Tú lo fuiste de Arturo Rivas Zavala, que se adelantó a declararlo, de la misma manera que Jesús Nava escogió a Morelos y yo a Hermenegildo Galeana, y así los demás en tanto quedaron semidioses para seleccionar.

Tú me conquistaste por varias cosas; porque el retrato que traía el libro de historia patria que estudiábamos proyectaba el rostro de un hombre carismático, y nos decía que recorrieras a caballo los pueblos de tu rumbo, pero, sobre todo, que toreabas novillos, novillos debían haber sido aunque el texto decía que toros, y eso acabó por hacerme tu admirador, y más según me fui enterando de cómo elegiste con entusiasmo ser americano a ser europeo, y de cómo optaste por ser el segundo pudiendo ser el primero de los insurgentes. Hubo sus dimes y diretes entre Hidalgo y tú, pero aunque Guerrero dijo, después, que “La patria es primero”, tú siempre lo pensaste así y siempre pusiste los intereses de la patria primero que los tuyos. Con diversa suerte peleaste todas las primeras batallas, desde la del Monte de las Cruces hasta las de Saltillo, antes de que Elizondo les aprehendiera en las Norias de Baján, les condujera a Chihuahua y te fusilara en 1811, casi un año después de aquella primera noche del “grito de Hidalgo”, en la que el pueblo, alborotado, quiso aprovecharse para saquear negocios de los hispanos: en eso andaban algunos cuando los viste sacaste tu espada y con ella comenzaste a tirar mandobles a los saqueadores, lo que me hizo recordarte ahora que te necesitaríamos para que vinieras a hacer lo mismo con los rateros y sinvergüenzas que nos han salido por todos lados, y que no son parte de la plebe sino que son codiciosos políticos de todo tipo que, independientemente de no cumplir con su deber, no se llenan con nada.

Y por eso me acordé hoy de ti y te recuerdo rogando que hagas algo por esta patria que nos hiciste, y dónde ya no es lo primero, lo primero ahora es la lana. ¿Cómo la ves, desde dónde estás? Mis Respetos.

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