Deben enviarse al CRIT menores con más de diez microgramos del metal por decilitro de sangre
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Ciertas patologías como los trastornos de aprendizaje y de lenguaje, pudieran estar relacionadas con el grado de plomo en la sangre de los infantes, según Manuel Gerardo Rosales González, jefe del Departamento de Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED).
El galeno, quien coordina un estudio de daño neurológico para niños con plomo en el Centro de Rehabilitación Integral de Torreón, (CRIT) informa que la base de datos de la Secretaría de Salud, tiene alrededor de 20 mil registros donde existen niños y adultos a quienes ya se les tomó al menos una muestra de plomo en sangre. Estas personas tienen derecho a ir a consulta al Hospital General de Torreón y a los Centros de Atención de Peñoles (CAP) en las colonias Primero de Mayo y Luis Echeverría.
En el CRIT se tienen alrededor de tres mil expedientes registrados, “pareciera poco en relación a los 20 mil que están en la base de datos, pero es porque aquí sólo se atienden niños. Otro factor es que no todos acuden al CAP o al Hospital General, pues van a otras instituciones de salud”.
Cuando el pediatra se da cuenta que tienen más de diez microgramos por decilitro de plomo en sangre, dice, por rutina los debe mandar al CRIT, aunque aparentemente no tengan síntomas de daños neurológicos, son buenos alumnos en la escuela e inclusive estudiantes modelo.
Se trata de un estudio psicológico completo donde se realizan pruebas de inteligencia (se mide el Coeficiente Intelectual), si el niño está chiquito son pruebas de desarrollo. El fin es buscar intencionalmente el déficit de atención con hiperactividad, “porque sí está demostrado que el plomo los hace más hiperactivos”.
Hay varias pruebas que se hacen al niño para ver si puede presentar el “trastorno negativista deficiente”. Rosales González comenta que se ha encontrado una alta incidencia de infantes que cumplen con este diagnóstico, pues rompen reglas, su actitud es desafiante y rebelde.
También se buscan problemas de aprendizaje. Se cuenta con dos maestros de apoyo por parte del programa y ellos buscan dislexias y otras perturbaciones que dificultan la enseñanza en el menor.
Si el niño tiene más de 20 microgramos por decilitro en la sangre, además de todos los estudios antes mencionados, se practica una electromiografía que mide las conducciones nerviosas. Al resto, que tiene más de diez, se le hacen estudios de audiometría.
Rosales González comenta que para determinar la frecuencia de las patologías, se hizo una revisión de los tres mil expedientes donde se tomaron al azar alrededor de 480 y el trastorno del aprendizaje fue el que más incidencia registró.
“Pero es algo muy complejo, pues muchos de estos menores pertenecen a familias con problemas de desintegración familiar, padres con alcoholismo, drogadicción y esto también influye en su desempeño escolar, en este punto estamos trabajando para determinar de qué manera interviene el plomo”.
PROBLEMAS
“No existen antecedentes en la literatura médica sobre en qué grado el plomo pueda afectar el lenguaje en los niños. Encontramos esta patología, pues algunos menores de cuatro o cinco años llegan con nosotros y no hablan bien; por eso estamos enfocándonos en este punto”.
MANUEL GERARDO ROSALES GONZÁLEZ,
JEFE DEL DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIÓN DE LA FACULTAD DE MEDICINA DE LA UJED
