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Celebra Berlín 15 años de caída del Muro

La calle del monumento de la Bernauerstrasse, fue cubierta de flores, en su mayoría de la clase política, otras depositadas por escolares y vecinos.

Berlín, (EFE).- Quince años después de la caída del muro de Berlín, Alemania recuerda las imágenes de júbilo del 9 de noviembre de 1989, que contrastan con el sentimiento de desencanto por las diferencias que persisten entre las dos mitades del país.

Los discursos referentes al triunfo sobre la dictadura comunista y los actos en los lugares donde estuvo la "Franja de la Muerte" marcaron el aniversario del día en que se abrió la frontera interalemana.

El monumento de la Bernauerstrasse, una calle que quedó partida longitudinalmente por el muro, fue cubierta de flores, en su mayoría de la clase política, otras depositadas por escolares y vecinos.

Las campanas de la Capilla de la Reconciliación -levantada en 1894, derribada por el régimen comunista en 1985 y reconstruida hace dos años-, repicaron en memoria de las víctimas del muro y también del día en que los berlineses del este pudieron cruzar al oeste.

El alcalde de la ciudad, el socialdemócrata Klaus Wowereit, y su comitiva institucional recorrieron de nuevo, bajo una fría llovizna, la calle que simbolizó, más que ninguna otra, la división impuesta durante décadas a familias enteras y vecinos.

Algunas de las viviendas de la Bernauerstrasse sirvieron tras la construcción del muro, el 13 agosto de 1961, de coladero para ciudadanos que saltaron por sus ventanas hacia el "Berlín libre".

El régimen germano-oriental se encargó luego de tapar sus fachadas como hizo con el resto de la zona de división. Cientos de personas pagaron con la vida su intento de pasar al otro lado en las casi tres décadas de existencia de los 43 kilómetros de muro.

"El 9 de noviembre es el día de la victoria de la libertad y la democracia", afirmó el canciller Gerhard Schroeder en su mensaje con ocasión del aniversario.

"El muro cayó por el coraje y la determinación de un pueblo", siguió para rendir homenaje a los héroes anónimos de entonces.

"Recordamos hoy la revolución pacífica en el este y centro de Europa", dijo Schroeder, en alusión al proceso que se inició cuando Hungría -el país más progresista del Este- retiró las alambradas de la frontera con Austria, en mayo de 1989.

En las semanas siguientes, miles de germano-orientales utilizaron esa vía parar pasar al oeste. Luego se produjeron las ocupaciones de las embajadas de la "Alemania libre" en Budapest, Varsovia y Praga.

La presión sobre el régimen comunista era enorme. Semana a semana crecía el número de manifestantes que salían a las calles de la República Democrática Alemana (RDA).

El abandono de todos sus cargos del líder de la RDA, Erich Honecker, en octubre, precipitó la apertura de las fronteras, el 9 de noviembre, anunciada con un lacónico comunicado del Politburó.

Quince años después, las imágenes de miles de ciudadanos del este abrazados a perfectos desconocidos del oeste o encaramados al muro recuerdan a los berlineses la más hermosa de sus noches históricas. El reciente debate sobre la oportunidad de eliminar como festivo el día de la Unificación ha fomentado además esta toma de conciencia.

El balance del proceso hacia la reunificación no es tan brillante como esas imágenes. Alemania sigue atenazada por el lastre dejado por la tarea de reactivar el este hundido en el marasmo económico.

La relación este-oeste tampoco es tan armoniosa como cabría deducir del abrazo fraterno de entonces. Los "ossis" -alemanes del este- se sienten ciudadanos de segunda y han pasado del pleno empleo artificial a un índice del paro sobre el 18 por ciento. Los "wessis" -alemanes del oeste- los responsabilizan del estancamiento económico.

"Nosotros no somos ni 'ossis' ni 'wessis'. No habíamos nacido cuando cayó el Muro", comentaba Emmi Walser, una escolar de 14 años de un instituto de Pankow, que hoy visitó la Bernauerstrasse.

La muchacha, como sus colegas, tiene en casa su propio "recuerdo vivo" del 9 de noviembre: sus padres. "Ellos sí pasaron al oeste esa noche, en plena marea humana. Tenemos cientos de fotos", explica.

"Lo que nosotros queremos no son fotos ni monumentos, sino perspectivas. Ahora, si acabamos sin trabajo aquí podemos ir a dónde queramos a buscarlo. Debió ser horrible no poder salir más que en dirección este...", añade su novio, Erick.

Lejos de la Bernauerstrasse, los autocares de turistas se agolpan en los alrededores de la Casa Museo de Checkpoint Charlie, junto al antiguo control entre el sector estadounidense y el soviético, convertida en una especie de Disneylandia sobre el muro.

El museo ha ampliado sus contenidos a la calle y levantado una réplica barata del muro custodiada por un millar cruces.

Esa evocación de la "Franja de la Muerte" topa con las críticas del alcalde quien lo ve como una maniobra meramente comercial.

Diputados de todos los partidos parlamentarios han lanzado una petición para que se erija un monumento digno a las víctimas del muro en la Puerta de Brandeburgo que quedó aislada por el.

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