Pekín, (EFE).- China celebra en la noche del 28 de septiembre su segunda mayor fiesta del año, el Festival del Medio Otoño, que en los últimos años se ha hecho más comercial y ha cambiado de la misma forma que el resto de la sociedad china.
En la Luna llena del octavo mes del calendario lunar, fecha que suele caer en septiembre u octubre, millones de chinos celebran una gran cena familiar en la que los protagonistas son los "pasteles de luna", que sólo se comen por estas fechas.
El espíritu familiar de la fiesta se mantiene, y cada año los hijos que viven lejos intentan reunirse con sus padres para ver juntos la Luna llena otoñal, pero en una sociedad china que abrió sus puertas al capitalismo apareció el fenómeno del consumismo.
Aunque en la fiesta no suelen hacerse grandes regalos al estilo de la Navidad occidental, la naciente clase media de las ciudades chinas cada vez gasta más dinero en los citados pasteles, llamados "yueping", que se venden a precios cada vez más abusivos.
Una visita por cualquier centro comercial de Pekín, por ejemplo los de la zona comercial de Xidan, muestra que una caja de tan sólo cuatro pasteles suele costar entre 300 y 400 yuanes (35-50 dólares USA), la cuarta o quinta parte de un sueldo mensual medio.
En una China donde muchos ciudadanos se han montado en el barco del desarrollo y quieren mostrarlo con el más mínimo detalle, las familias se esfuerzan por regalar los pasteles más caros posibles a vecinos y compañeros de trabajo.
Estos pasteles suelen pesar medio kilo, presentan siempre una forma redonda como la de la Luna, y van rellenos de una dura pasta de raíz de loto en cuyo centro suele ir una yema de huevo, lo que da una idea de las calorías que suelen contener.
En los últimos años han aparecido nuevos sabores, desde el occidental café a los rellenos de helado, y también empezaron a surgir las primeras versiones "light" de este pesado pastel que tiene siglos de tradición.
La Historia señala que en el siglo XIV, cuando China era gobernada por los mongoles, estos dulces fueron utilizados por los chinos para ocultar en ellos los planes secretos de la rebelión que acabó con el dominio de los khanes.
Para los más opulentos, las tiendas más exclusivas de China ofrecen pasteles de luna cuyo precio puede llegar a los 37 mil dólares, caso de una tienda en Lasa (Tíbet) que en el interior de los dulces ha colocado pequeñas figuras de Buda hechas de oro, con gran peligro para los dientes del que los disfrute.
Y siguiendo está tónica de mostrar la mayor riqueza posible, una tienda de Tianjin, ciudad cercana a Pekín, vende cajas de pasteles de luna en los que uno de ellos está hecho de oro, valoradas en 99.999 yuanes.
Los expertos aseguran que estos dulces de lujo son utilizados en ocasiones como sobornos solapados a políticos o jefes de empresas, ahora que en China las campañas anticorrupción se endurecieron y las coimas en metálico (los llamados "sobres rojos") se utilizan menos.
Son muestras de una sociedad china que, salida de la época comunista, coloca al dinero y la riqueza como uno de los principales valores, y así la gente, al felicitarse, desea al vecino no sólo buena salud, sino también "que se enriquezca".
Dinero aparte, el Festival de Medio Otoño es una fecha rodeada de leyendas, y en la que el consumismo se olvida cuando la familia sale a la calle para ver los pasteles de marras mientras ven la Luna llena, símbolo de abundancia, armonía y suerte.
Los niños encienden linternas de papel, como en la otra gran fiesta del año, el Festival de Primavera, y si la localidad en donde se vive no lo ha prohibido, se prenden petardos, bengalas y otros fuegos artificiales.
A los niños se les cuenta que si miran fijamente a la Luna podrán ver a una hermosa hada que vive en un palacio de cristal y baila sólo en esa noche.
Otra leyenda cuenta que el origen de la fiesta es el día en el que salieron 10 soles en el cielo, y un arquero derribó a nueve de ellos con sus flechas, por lo que el emperador regaló al soldado una píldora que le daría la inmortalidad.
La píldora fue robada por la bella esposa del arquero que tras tomarla empezó a flotar y voló a la Luna, en cuya blanca superficie puede ser vista en las noches del Festival de Medio Otoño.