Varsovia, (EFE).- Treinta bisontes europeos serán cazados este año en Polonia, en señal de que la especie ya está totalmente salvada de la desaparición.
Hace 75 años, en 1929, los científicos polacos, con el lema "el hombre puso en peligro a la especie y el hombre la salvará", decidieron hacer cuanto estaba a su alcance para impedir la extinción en tierras polacas del noble animal.
El último bastión del bisonte europeo, antes de la primera guerra mundial, era la Selva de Bialowieza, en el este del país, donde vivían unos setecientos veintisiete animales.
Lamentablemente, las primeras unidades alemanas entraron en la Selva en agosto de 1915 y dieron comienzo a la destrucción de la especie.
Los bisontes, que gozaban del cuidado de los científicos, habían perdido el miedo al hombre y fueron masacrados por los soldados de tal manera que, en marzo de 1917 ya sólo quedaban 120 animales.
Cuando los alemanes se retiraron, se ensañaron con los bisontes los cazadores furtivos de la zona y en la primavera de 1919 murió el último ejemplar.
Los últimos bisontes vivos eran los que había en los zoológicos y bosques privados, a fines de 1924 apenas cincuenta y cuatro ejemplares de los cuales servían para la reproducción solamente dos toros y una vaca que eran propiedad del duque von Pless de Pszczyna.
El primer paso encaminado a recuperar la especie en condiciones naturales fue la creación en 1929, en la Selva de Bialowieza, de un parque-criadero con una extensión de 22 hectáreas.
El 19 de septiembre de 1929 llegó al citado parque, procedente de Alemania, un macho llamado Borusse que estaba emparentado con el bisonte del cáucaso y la variedad de Dinamarca.
Un mes después llegó al criadero una hembra de pura sangre, Biserta, procedente de Suecia, y así comenzó la salvación de la especie.
Al comenzar la II Guerra Mundial en Bialowieza había 16 bisontes que, en su totalidad, se salvaron y sirvieron de punto de partida para continuar con de la recuperación de la especie tras la terminación de la contienda.
En 1952, como los bisontes ya no corrían peligro, ya que el hombre tenía terminantemente prohibido cazarlos y no tenían enemigos naturales, se decidió su "liberación", es decir, se abrieron las puertas del criadero para que los animales pudiesen andar libremente por Polonia.
En 1957 nació el primer bisonte en condiciones naturales, sin la mejor injerencia del hombre, prueba convincente de que el animal ya podía desarrollarse por sí solo.
Actualmente en la Selva de Bialowieza viven en plena libertad 350 bisontes, un número bastante grande que hay que controlar para garantizar condiciones óptimas de desarrollo al rebaño.