El próximo domingo habrá elecciones en Chihuahua, Durango y Zacatecas. En ese orden examinaremos de aquí al viernes la circunstancia política en cada entidad.
Chihuahua fue el segundo estado que ganó Acción Nacional, después de su triunfo pionero en Baja California. Francisco Barrio, alcalde de Ciudad Juárez, aspiró a la gubernatura en 1986 pero el peso del aparato le cayó encima y su opositor Fernando Baeza se quedó con la gubernatura, que el PRI había ganado inveteradamente. Ante el temor de una derrota similar a la que en 1983 hizo que el PAN triunfara en las elecciones municipales de Juárez y la capital, fue destituido el gobernador Óscar Ornelas. “Esta remoción —explica impúdico el ex presidente De la Madrid en sus memorias— se debió a que el establishment priista consideró que la permanencia de Ornelas a la cabeza del estado sería un riesgo para la próxima elección de gobernador y alcaldes,.. a realizar en julio de 1986, pues tenía al PRI estatal desarticulado y dividido... Gobernación coincidió con esta apreciación, asegurándome que nada se podía hacer en el terreno del manejo político o de la eficacia administrativa, sin el apoyo del Ejecutivo estatal”.
El tesorero Saúl González Herrera sustituyó a Ornelas y le correspondió otorgar ese “manejo político” y esa “eficacia administrativa” requeridos para que a Baeza se atribuyera el triunfo. Seis años después, sin embargo, Barrio consiguió probar su victoria. Al concluir su Gobierno no pudo hacer que en 1998 el electorado mantuviera al PAN en la gubernatura. Patricio Martínez, ex alcalde de la capital y a sazón diputado federal, hombre adinerado (menos al comenzar su sexenio que al concluirlo), ganó la elección interna y luego se impuso a Ramón Galindo (diputado panista ahora) en la constitucional.
En esta ocasión los contendientes son el diputado José Reyes Baeza y el senador Javier Corral Jurado. El primero, candidato priista, el año pasado ganó su curul como antes había ganado la alcaldía de la capital. A diferencia de Juárez, en Chihuahua el PRI ha mantenido la presidencia municipal después del período en que la ejerció Luis H. Álvarez (1983-86). Contar con esa plaza permitió a Reyes Baeza imponerse en la elección interna a Víctor Anchondo, diputado local y favorito del gobernador. Con innegable sentido partidario, Martínez ha apoyado con amplitud a Reyes Baeza no obstante que no gozaba de sus preferencias como precandidato. Corral, a su vez, también obtuvo la candidatura panista en elección interna en que también participó el alcalde juarense Alfredo Delgado. Esa victoria posibilitó la coalición del PAN con el PRD y Convergencia, viable sólo en torno de Corral. El PRI participa también en alianza, con el Verde y el PT.
Las encuestas dan ventaja a Reyes Baeza. El grupo Reforma realizó la suya entre el 18 y el 20 de junio y el resultado favoreció al priista, con 58 por ciento de las preferencias electorales, mientras que Corral alcanzaba el 42 por ciento. La diferencia fue menor que la mostrada en mayo, cuando Reyes Baeza contaba con 63 por ciento de los anuncios de voto y el panista con 37 por ciento. La tendencia se confirmaba al preguntarse por la elección legislativa: la Alianza con la gente (la encabezada por el PRI) contaba con 55 por ciento de las preferencias contra 45 por ciento en favor de Todos somos Chihuahua, la coalición que apoya a Corral.
Realizada del 12 al 15 de junio, la encuesta de El Universal concedía mucho menores posibilidades al panista, si bien los sondeos no son estrictamente comparables porque El Universal preguntó por cuál partido votarían los encuestados, no por candidato. La alianza priista obtuvo el 54 por ciento, casi el doble del 29 por ciento asignado a la encabezada por el PAN.
El ascenso medido por Reforma de un mes a otro en el caso de Corral lo atribuyen los panistas al debate entre los candidatos, que pese a su accidentado curso arrojó un resultado positivo para el senador con licencia. El consejo electoral, influido por el Gobierno estatal según la percepción del corralismo, hubiera preferido no organizar los debates que le ordena la Ley. Por eso se atuvo al mínimo exigido por el código y se mostró renuente para autorizar la retransmisión de la comparecencia de los candidatos, que en realidad no debaten entre sí, pues contestan preguntas de terceros. El PRI proclamó con base en encuestas objetadas que la opinión pública dictaminó que la discusión fue ganada por su candidato, lo que hace incomprensible su negativa a que el debate fuera retransmitido.
Parece haber ocurrido lo contrario, lo cual se explica por la diferente carrera de los contendientes. Reyes Baeza apenas estuvo un par de meses en San Lázaro y no recuerdo haberlo visto participar en la tribuna. Corral, en cambio, ha completado ya un sexenio como legislador, un trienio en la Cámara y el resto en el Senado. Ha sido un parlamentario muy activo, situado a la cabeza de no pocos debates nacionales, algunos de ellos relacionados con los medios de difusión. Fue un niño periodista y luego extendió su precocidad a la política: nacido en 1966, inició su militancia panista en 1982 y fue diputado local a los 26 años y apenas llegaba a los treinta cuando encabezó el comité estatal de su partido.
Estudioso permanente, Corral puede ganar la elección si los indecisos lo escuchan debatir y más si descubren, al ver el cotejo, cómo en una suerte de metáfora el candidato priista perdió el maquillaje durante el encuentro.