La suerte del secretario de Defensa es incierta mientras aparecen nuevos casos de abusos militares.
AGENCIAS
WASHINGTON, EU.- El presidente George W. Bush insistió ayer en que sólo unos pocos soldados abusaron contra prisioneros iraquíes pero la presión aumenta sobre el secretario de Defensa Donald Rumsfeld cuya permanencia al frente del Pentágono es incierta.
“Hemos visto imágenes vergonzosas de prisioneros sometidos al abuso y la humillación. Estas prácticas no reflejan nuestros valores”, señaló Bush en su habitual mensaje radiofónico semanal.
Bush afirmó ayer que “lo que ocurrió en esa prisión iraquí fueron las malas obras de unos pocos” y no refleja el carácter de los miles de soldados “que sirven y se sacrifican en Irak”.
Sin embargo, el Gobierno norteamericano anunció que no cerrará la cárcel de Abu Gharib, a pesar de las peticiones en este sentido de algunos legisladores estadounidenses, según el encargado de las instalaciones carcelarias en Irak, el general Geoffrey Miller.
“Continuaremos operando la instalación de Abu Gharib”, dijo Miller ayer durante una conferencia de prensa en Bagdad.
Rumsfeld por su parte asumió la responsabilidad pero no respondió a la pregunta central de saber quién tenía el mando sobre los militares que abusaron de los detenidos en la prisión de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, lamentó el senador republicano John McCain tras las audiencias celebradas el viernes por los comités de Servicios armados del Senado y la cámara de Representantes.
“Falta saber quién era responsable de los guardias que cometieron esos actos obscenos y no puedo lograr una respuesta”, insistió, declarándose “decepcionado” por las explicaciones de Rumsfeld, que se limitó a decir que el Pentágono investiga.
“¿Quién daba instrucciones a los guardias? ¿Tenían sus propios oficiales? ¿La inteligencia militar tenía autoridad sobre ellos?”, agregó McCain.
El diario The Washington Post lamentó que Rumsfeld “y sus colaboradores prometieron que los responsables serían castigados pero no dieron ninguna garantía de que el inaceptable sistema carcelario en Irak, Afganistán y otros lugares será cambiado”.
Esas críticas e interrogantes sobre el desempeño del jefe del Pentágono continúan dejando abierta la posibilidad de su dimisión, reclamada a voz en cuello por la oposición demócrata, el cotidiano The New York Times y The Economist, el semanario británico conservador muy leído por la éite estadounidense.
“No renunciaré simplemente porque la gente trate de hacer (del escándalo sobre las torturas) un asunto político”, declaró Rumsfeld ante el comité del Senado.
Según una fuente cercana a Condolezza Rice, la consejera presidencial para Seguridad nacional, citada por el New York Times ayer, Rumsfeld “se convirtió en un problema para el Presidente” asestando un terrible golpe a la imagen de Estados Unidos en el mundo.
Además el escándalo sobre los abusos cometidos a presos iraquíes por soldados norteamericanos parece no llegar a tocar fondo, después de las declaraciones hechas por el propio Rumsfeld en su comparecencia del viernes en donde declaró “la situación va a ser más horrible, me temo”.
Y el senador republicano Lindsey Graham acentuó ayer esta advertencia: “Los estadounidenses tienen que entender que estamos hablando de violaciones y asesinatos. No estamos hablando sólo de hacer pasar una experiencia humillante a otras personas”.
Según fuentes legislativas, algunos de los videos que no han salido a la luz muestran a soldados estadounidenses posando con los cuerpos de iraquíes que podrían haber sido asesinados en la cárcel y en otros se obliga a los reos hombres a masturbarse.
Rumsfeld dijo que lo que se ve en las cintas es “difícil de creer”, por lo que su divulgación “empeoraría las cosas”.
Estados Unidos ha reconocido esta semana que veinticinco prisioneros han muerto en Irak y Afganistán.
El Pentágono ha calificado dos de las muertes como asesinatos, uno cometido por un soldado en septiembre del año pasado y el otro por un civil contratado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) dos meses después.
Las autoridades también investigan una tercera muerte sospechosa, así como al menos diez casos de agresión, uno de ellos de tipo sexual.
También hay alegaciones de que algunos prisioneros “fantasmas” no fueron registrados en las cárceles y se les movió de una a otra para que la Cruz Roja no se enterase de su existencia, una práctica que viola las normas de las fuerzas armadas de EU.
MANTIENE POPULARIDAD
Una encuesta divulgada ayer por el diario norteamericano The Washington Post y la cadena de noticias ABC News señalan que los norteamericanos se oponen a que el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld renuncie.
*Solamente 20 por ciento de los entrevistados por los medios informativos dijeron que debe dejar el cargo, mientras que 69 por ciento dice que debe mantenerse en el puesto.
*La encuesta demostró que dos tercios de los norteamericanos están a favor de establecer cargos criminales contra los soldados implicados en el escándalo.
*Al mismo tiempo, 54 por ciento pide castigar a los oficiales que permitieron las faltas al entrenamiento y de la disciplina, según el estudio.
*En cuanto al presidente George W. Bush, 48 por ciento aprueba su manejo del escándalo, mientras que 35 por ciento lo desaprueba y 17 por ciento no expresó opinión.
FUENTE: Agencias
Estalla la violencia en Basora y El Amara
Al menos seis iraquíes murieron en los enfrentamientos registrados ayer entre milicianos shiies y tropas británicas y de la coalición en Basora y El Amara, sur de Irak, informaron portavoces militares y testigos.
Según fuentes del contingente británico en Basora, tres personas murieron en los combates de esa ciudad, capital de la región meridional iraquí y donde se produjeron también seis heridos.
Testigos aseguraron por su parte que en los enfrentamientos de El Amara murieron tres iraquíes y que los choques en esa localidad causaron un número de heridos que no cuantificaron.
De acuerdo con testimonios llegados desde Basora, dos de las personas heridas en esa ciudad fueron alcanzados de bala cuando los rebeldes atacaron una comisaría de policía cerca del principal puente sobre el río Shatt Al Arab, que atraviesa el núcleo urbano.
La sede del Gobierno local y varios edificios oficiales de Basora fueron atacados por los milicianos del Ejercito Al Mahdi del clérigo radical Muqtada Al Sadr.
Los combates se extendieron a la plaza Saad, una de las más populares de la urbe y donde los guerrilleros intercambiaron fuego de armas automáticas con los soldados británicos.
Los enfrentamientos de Basora comenzaron cuando cientos de combatientes shiies armados con metralletas y lanzagranadas RPG se hicieron con el control de varias áreas en cuyas calles establecieron puntos de control.
Los incidentes son los más graves protagonizados por multitudes armadas en la capital del sur de Irak, y coincidieron con las incursiones de milicianos de Al Mahdi en El Amara, al norte de Basora y localidad en la que ya el pasado enero se produjeron disturbios en contra de las fuerzas de ocupación.
DENUNCIA TORTURAS
Un prisionero iraquí fue golpeado durante tres días por soldados británicos que se reían y competían entre sí sobre quién daba más duro, según publicó ayer el diario “The Independent”.
Los periódicos del Reino Unido volvieron a hacer eco ayer de las acusaciones sobre malos tratos a presos iraquíes cometidos por las tropas británicas y el “Daily Mirror”, que destapó las supuestas torturas, afirma que un cuarto soldado ha apoyado estas denuncias.
Militares del Regimiento de la Reina de Lancashire habrían facilitado al “Daily Mirror” una serie de fotos, que el diario comenzó a publicar la semana pasada, que mostraban torturas a prisioneros iraquíes por parte de tropas del Reino Unido en Irak.
Esas denuncias, paralelas a las que se han hecho en Estados Unidos y de las que alertó la Cruz Roja, han dado origen a la apertura de una investigación por parte del Ministerio de Defensa del Reino Unido, que está siendo dirigida por la policía militar.
Además, “The Independent” señaló ayer que Kifah Talah, un ingeniero iraquí de 44 años, afirma que fue encapuchado y golpeado por soldados británicos en el cuello, el pecho y los genitales, antes de ser obligado a bailar delante de ellos.
Su testimonio será presentado la semana próxima ante el Tribunal Superior de Londres como parte del caso legal iniciado por familiares de doce iraquíes muertos durante la ocupación de Irak, que reclaman compensaciones al Gobierno británico.
En él, señala que “los soldados nos rodeaban y competían sobre quién podía golpearnos más” durante los interrogatorios y “parecía que lo pasaban muy bien pues los golpes estaban acompañados por sonoras carcajadas”.
ESCÁNDALO INVOLUCRA A EMPRESAS PRIVADAS
El escándalo sobre la tortura de prisioneros iraquíes por militares estadounidenses se extiende al personal civil de empresas contratadas por el Gobierno de Estados Unidos (EU) para realizar interrogatorios y traducciones en las cárceles de Irak.
El propio jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, reconoció el viernes, ante el Senado, que su Departamento no ha completado las normas necesarias para regular el trabajo de los guardias de seguridad privados y de los trabajadores civiles contratados en Irak, que son unos 20 mil.
El demócrata Carl Levin le preguntó qué utilidad tiene para la seguridad nacional el hecho de que personal de empresas privadas realice los interrogatorios a los prisioneros en una zona de guerra, sin que las autoridades militares tengan un control sobre ellos.
Rumsfeld explicó que en la prisión de Abu Gharib, en la que se constataron abusos, hay 37 empleados de dos empresas privadas que suministran expertos en interrogatorios y lingüistas.
Esos trabajadores, dijo, no actúan por su cuenta, sino que, al igual que los guardias privados, lo hacen bajo supervisión del jefe de la brigada de inteligencia militar a cargo de las instalaciones.
El informe interno elaborado por el Ejército sobre este caso revela que dos empleados de la compañía CACI, que se ocupaban de los interrogatorios son “directamente o indirectamente responsables” de abuso a los prisioneros, según diversas informaciones de prensa.
Sin embargo, la empresa difundió un comunicado en el que asegura que “no recibió ninguna indicación del Ejército”, en el sentido de que alguno de sus empleados estuviese implicado en denuncias por “conducta impropia” con prisioneros iraquíes.