Conforme se acerca el proceso electoral de 2006, se complica cada vez más el ambiente político en México.
Durante el régimen priista, el cuarto y quinto año eran los mejores para el presidente en turno, su poder e imagen estaban en el clímax de su sexenio.
Hoy en día el presidente mexicano Vicente Fox atraviesa por momentos políticos muy difíciles que han menguado drásticamente su popularidad y su poder como gobernante.
En nuestra opinión, el presidente Fox perdió muchos puntos desde el dos de julio de 2000 cuando se casó con Marta Sahagún, con quien comparte desde entonces el poder en forma abierta y consentida.
Lo doblemente grave de esta situación es que la señora Fox no se conformó con administrar una buena tajada de la autoridad que confiere la Presidencia de la República, sino que aprovechó su posición para zanjar su camino con rumbo a las elecciones de 2006.
Tuvo que deslindarse públicamente de sus aspiraciones a raíz de la renuncia del secretario particular de Fox, Alfonso Durazo, pero todos sabemos que si las circunstancias se tornan favorables doña Marta volverá por sus fueros.
La falta de un equipo consistente, leal y experimentado, ha sido otro de los factores en contra de la administración Fox.
Con excepción de Hacienda, PGR, Sedesol y Educación, el resto de las dependencias ha registrado desempeños erráticos y relevos que han complicado los programas de acción.
En Energía ha habido tres secretarios distintos en menos de cuatro años. En Contraloría, Economía, Relaciones Exteriores, Turismo, Seguridad y Contraloría van dos y en otras dependencias como Gobernación y Agricultura, sus titulares se han mantenido gracias a su amistad con el presidente Fox a pesar de su cuestionado desempeño.
Sería muy subjetivo evaluar desde este espacio el desempeño global del régimen Fox a cuatro años, pero todos coincidimos en que no logró cubrir las expectativas que generó a la población mexicana con sus promesas de cambio.
Para cerrar el ciclo hay que destacar las campañas sistemáticas que han realizado los partidos de oposición en contra del Gobierno foxista.
En estos cuatros años las embestidas, desencuentros y zipizapes se han repetido una y otra vez, tanto con los dirigentes de los partidos y los gobernadores como con los diputados y senadores de la oposición.
El desastre ocurrido con el presupuesto federal de 2005 en los últimos días ilustra perfectamente la escena.
Modificar sin consenso el plan económico implica dos posibilidades: la primera que los panistas no negociaron previamente con la oposición. La segunda que el PRI, PRD y demás opositores están decididos a realizar hasta lo imposible para sacar al PAN de Los Pinos en 2006.
Sea una u otra la realidad, el caso es que los operadores políticos no le funcionaron a Fox y como ya se ha dicho están más preocupados en su imagen que en la de su jefe presidente.
En este enrarecido panorama sólo hay una luz verde que vale reconocer y destacar: los indicadores económicos son positivos incluyendo el crecimiento del PIB y la paridad con el dólar.
Lo anterior significa que poco a poco en México la economía se deslinda de la política tal como sucede en las naciones desarrolladas. No obstante si la política fuera más estable la economía viviría tiempos mucho mejores.
Es imposible saber hasta dónde llegará este clima de encono y confrontación, pero si no se supera crecerá la debilidad del presidente Fox y su Gobierno, situación que no conviene a México y menos en un año preelectoral.
Repetir las tragedias políticas y económicas de 1976, 1982, 1988 y 1994 sería lo peor que podría pasarle a México en 2006, no permitamos entonces que se acumulen más similitudes.
Comentarios a
josahealy@hotmail.com