Los torreonenses poco conocemos nuestro estado. Por lo general, si se viaja hacia el norte, con dirección a la frontera con Texas lo hacen vía Saltillo y Monterrey, sin darse la oportunidad de tomar la carretera que va de Torreón a Piedras Negras y prácticamente atravesar todo el estado de sur a norte, recorriendo más de 500 kilómetros. Esta es una buena manera para conocer Coahuila, el tercer estado más grande en extensión de la República y descubrir que vivimos en un lugar con una historia de gente valiente y laboriosa.
Coahuila es un estado con paisajes bellos y únicos. En el camino rumbo al norte uno va descubriendo ciudades y pueblos apacibles, limpios y ordenados, con actividad económica diversificada que nos tiene como una de las entidades más productivas, con bajos índices de desocupación y paradójicamente, a pesar de que es estado limítrofe, no figura entre los que más mano de obra expulsan hacia el país vecino.
En los últimos 20 años, hemos recibido grandes flujos de capital y de inversión que nos han hecho avanzar en el desarrollo. Las universidades han aportado cultura y educación. Los coahuilenses somos gente forjada en las labores agrícolas y ganaderas en tierras poco productivas y áridas. Compartimos una larga frontera con el país más rico del mundo, que nos ha obligado a luchar por abatir rezagos.
Viajando de sur a norte, caemos en cuenta que casi se pasa por la mitad de los municipios del estado: Torreón, Matamoros, Francisco I Madero, San Pedro de las Colonias, Cuatro Ciénegas, Sacramento, La Madrid, Nadadores, San Buenaventura, Frontera, Monclova, San Juan de Sabinas, Rosita, Allende, Nava, Morelos, Villa Unión y Piedras Negras. Diecisiete municipios y en cada uno me sorprende la belleza de su entorno y el espíritu pacífico del coahuilense, apegado a su tierra, lo que me hace sentirme orgullosa de serlo.
Al tomar la doble vía que va al norte, el primer municipio es Matamoros, luego Francisco I. Madero y más adelante San Pedro de las Colonias, los tres forman parte de la Región Laguna. De vocación agrícola han sabido diversificarse en su actividad económica.
Se continúa por la carretera a Cuatro Ciénegas, vía en buen estado y segura desde la que se admira la maravilla del paisaje semidesértico. Se atraviesan varias cadenas montañosas, todas en forma perpendicular y se disfruta de la vasta extensión austera de dunas con escasa vegetación. Aquí se concretiza lo que fue la gran Laguna de Mayrán. Se llega luego al puerto de Ventanillas, el Valle de las Delicias, el del Hundido y al doblar la sierra de La Fragua nos topamos con las dunas de yeso de Cuatro Ciénegas y sus famosas pozas, que lo han dado a conocer en el mundo como un oasis.
Las pozas son depósitos de agua con especies endémicas de interés para los estudiosos de la gran biodiversidad animal y vegetal. Hay en Cuatro Ciénegas vestigios de los primeros pobladores y grabados rupestres. Cuna de Venustiano Carranza, es un pueblo que se ha ido adaptando al influjo de los turistas, que atraídos por las pozas lo visitan todo el año.
El camino rumbo al norte prosigue pasando por pueblos donde parece que el tiempo se ha detenido, sin embargo la vida bulle y se observa en la calle y en sus plazas. En Sacramento no faltan las niñas, que al paso de los viajeros ofrecen los dulces típicos de leche y empanadas. Pueblos de calles impecables y viviendas limpias y arregladas. Sacramento, La Madrid poblado de enormes nogales, Nadadores y San Buenaventura municipio conurbano con Frontera y Monclova.
Monclova es la tercera ciudad en importancia del estado con una larga historia como capital del estado de Coahuila y Tejas. Su vocación es industrial y su gente, culta y educada.
La carretera 57 se abre moderna y de doble carril nos lleva a Hermanas, lugar de aguas termales. Más adelante el paisaje familiar del río Sabinas, con sus sabinos y aguas verdes y cristalinas. Sabinas forma parte de la región carbonífera y es pueblo de comerciantes.
La región se conforma por ciudades y pueblos alegres, con recintos feriales que suelen atraer a muchos visitantes. Agujita posee el museo Nacional del Carbón, Cloete y Rosita con la chimenea de una antigua siderúrgica que le dio vida.
La zona de Cinco Manantiales, Allende, Morelos y Nava, región muy rica en agricultura, ganadería y minas. Es la única zona productora de carbón en todo el país.
Cuando nos vamos acercando a la orilla de México, al límite con Estados Unidos, a lo lejos se divisan las grandes chimeneas de la carboeléctrica más grande de América Latina que parecen centinelas de nuestra tierra. Finalmente el último municipio del territorio coahuilense: Piedras Negras, considerada como la ciudad fronteriza más limpia y ordenada del país. Por fin hemos alcanzado el mítico río Bravo de aguas profundas y peligrosas pero no menos atractivas para los inmigrantes.
El trayecto me sirve para reflexionar: ¿si vivimos en un estado con mano de obra calificada, si compartimos vecindad con el país más poderoso y rico del mundo, cómo podemos expandir nuestra economía, crear más oportunidades de empleo para que nuestros trabajadores no arriesguen su vida al cruzar como ilegales al vecino país? ¿Cómo lograr emparejar los niveles de calidad de vida, educación, salud, trabajo con los del estado de Texas? Tenemos todo para lograrlo o por lo menos para intentarlo. El mercado más grande del mundo está a unos cuantos kilómetros de nosotros. ¿Por qué no les vendemos más productos? ¿Qué nos falta para ser más competitivos?
Tal vez debamos impulsar con más decisión, tanto Gobiernos como ciudadanos la inversión, el ahorro, la educación. Con más ahínco y voluntad política la corrupción y las reformas necesarias. La historia de Coahuila tiene grandes hombres y mujeres que habrá qué conocer. Coahuila posee un vasto territorio con recursos naturales como el carbón, trabajadores capacitados con lo que podemos aspirar a vivir mejor. El reto ahí está. Dicen que para amar hay que conocer; la próxima vez que tengamos oportunidad de viajar, salgamos a conocer Coahuila. Estoy segura que no nos defraudará.
Garzara1@prodigy.net.mx
