Segunda Parte
Un mundo sobreestresante
Es una realidad cotidiana, que el ritmo de vida moderno va a una velocidad impresionante. O más bien, son los avances científicos y tecnológicos en parte los que lo han propiciado de cualquier forma la evolución y sus circunstancias no las vamos a poder detener, pero nosotros, si nos lo proponemos sí podemos cambiar y controlar nuestra propia evolución. Para mejorar nuestra calidad de vida pese al medio ambiente que nos rodea por muy hostil y desagradable que nos parezca.
Algunos estudios han comprobado que los niveles de estrés son tan altos que la mayoría de las personas están a punto de estallar física y emocionalmente. En la actualidad, observamos que cada vez más personas jóvenes padecen enfermedades que nuestros padres y abuelos sufrieron a una edad más avanzada. Por lo mismo nuestro organismo busca algún refugio para aliviar el estrés y la tensión. Desgraciadamente este refugio no es siempre el más indicado.
Una de las principales fugas... la comida
Si a lo anterior le añadimos que el 75% de las mujeres trabajadoras admite que utiliza a los alimentos como métodos de aliviar el estrés, para sentirse mejor después de un arduo día de trabajo. Entonces es fácil darse cuenta que el número de mujeres que comen de manera compulsiva por estas razones, se eleva rápidamente, por esto, es que muchos de los especialistas en el campo de la nutrición, estamos de acuerdo en que este problema se está convirtiendo en uno de los desórdenes alimentarios más comunes. Lo que pasa es que las mujeres, encuentran cada vez más difícil lidiar con los problemas que se les presentan y recurren cada vez más a la comida como fuente de alivio y evasión.
Adictas al chocolate
Una prueba de lo anterior es el hecho de que un gran número de mujeres, comen hasta 10 barras de chocolate al día como método para calmar el estrés provocado por el trabajo y las presiones del hogar. En otros casos, comen tres o hasta cinco piezas de pan de dulce, o una bolsa mediana de papas fritas como una forma de respuesta ante los efectos negativos que les provoca la ansiedad. Generalmente las personas que comen por estrés, lo hacen de diferente manera; es decir, pueden comer de manera compulsiva durante todo el día, comen cuando no tienen ni sienten hambre o, simplemente por las noches después del trabajo comen hasta la saciedad sin importarlas cantidades que consuman, para ellas los alimentos son sólo una manera de utilizar el hambre física para llenar una necesidad emocional. La razón de que esto suceda tiene su origen en nuestro propio cuerpo.
Cuestión de hormonas
Cuando nuestro cuerpo experimenta estrés, reacciona liberando una gran variedad de hormonas. La principal función de dichas hormonas es ayudar a controlar lo que está amenazando a nuestro organismo. De hecho la mayoría de estas hormonas son las que provocan los deseos vehementes por la comida, por ejemplo: el estrés hace que aumenten nuestros niveles de insulina, y esta hormona es conocida como la hormona del hambre. Los niveles elevados de esta hormona le comunican al cerebro que el resto de nuestro cuerpo está listo para comer, ya que da una sensación de vacío en el estómago. Así que si una persona mantiene niveles elevados de dicha hormona, estará constantemente deseando y sintiendo que necesita alimento. El estrés también libera la hormona llamada cortisol. El problema radica en que con lo anterior disminuyen los niveles de serotonina, la llamada hormona del placer, ya que controla los cambios de humor. Lo anterior se refleja en el tipo de alimentos que deseamos consumir.
Carbohiratos y azúcares
Los carbohidratos y las comidas azucaradas son excelentes para elevar los niveles de serotonina en el cerebro. Nuestro cuerpo es capaz de procesar y memorizar esa información. En el momento en que el cerebro detecta que los niveles de serotonina disminuyen, nuestro organismo empieza a pedir alimento para subir las cantidades de esta hormona. Como nuestro cuerpo reconoce a los alimentos que elevan los niveles de serotonina, casualmente tenemos la necesidad de alimentos dulces o galletas. En estos casos le recomiendo comer una fruta, un cereal o una taza de té endulzado con sustitutos de azúcar, ya que el organismo asimila de manera más lenta y gradual. El azúcar de esos alimentos, de otra forma nuestro organismo se acostumbrará a los energizantes muy ricos en carbohidratos y sobre todo si son instantáneos.
El test que le voy a proporcionar a continuación, le puede ayudar a descubrir si el estrés que le provoca su trabajo la está convirtiendo en una comedora compulsiva.
¿Usas la comida para librarte del estrés?
1. ¿Comes aún cuando no tienes hambre?
2. ¿Un mal día de trabajo, te lleva a abrir el refrigerador en cuanto llegas a casa?
3. ¿Te dices: he comido tanto que una rebanada más de pastel no importa?
4. ¿Has tenido dificultades para controlar la cantidad de comida que consumes?
5.¿Comes grandes cantidades y después te prometes no volverlo a hacer?
6. ¿Una gran parte del contenido de tu despensa son carbohidratos y alimentos dulces?
7. ¿Durante el día cuidas lo que comes pero por la noche rompes tu dieta?
Si contestas que SÍ cuando menos a cinco de las preguntas, debes analizar tu relación con la comida, porque recuerda que, además de que no vamos a solucionar el problema de estrés comiendo, si podemos engordar, lo que nos va a hacer sentir peor. Continuaremos con este tópico la próxima semana. ¡Hasta pronto!
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