DISCULPAS.
El director técnico de las selecciones nacionales Ricardo Antonio La Volpe vuelve a acaparar titulares, pero ahora en otro tenor: apesadumbrado y contrito, ofrece disculpas a la prensa y promete enmendar su proceder.
Por supuesto que debe valorarse la capacidad de reconocer errores y en su momento, dar la cara para reparar los agravios. Se requieren agallas para salir públicamente y decir abiertamente "me equivoqué".
Sólo que en el caso del estratega argentino hay que tener cuidado, y con mucho tiento analizar la situación.
Ricardo es un hombre conflictivo, pues posee una capacidad especial para entrar en roce con cualquier persona a su alrededor.
Pelea e insulta jugadores, arremete física y verbalmente a reporteros, califica peyorativamente a la prensa en general, entra en desacuerdo con sus directivos, discute con colegas que no ven el futbol a través de sus ojos y lo que es peor, el público le importa un rábano.
Sólo así se puede entender un proceder tan cambiante, poco equilibrado y francamente disfuncional, no de la persona, que sería lo de menos, sino del entrenador de la selección mexicana.
Porque esto es lo que se le olvida a La Volpe: Él tiene todo el derecho de pensar y expresar lo que se le pegue la gana a título personal pero, cuando la forma de conducirse afecta a toda una institución, debe andarse con cuidado.
La Volpe lleva viviendo más de 20 años en nuestro país, por lo que no puede alegar ignorancia de la realidad deportiva que se vive, en todos los aspectos.
Sabía que al asumir el puesto de estratega nacional se iba a codear con 100 millones de personas que llevan a un entrenador dentro y que tienen todo el derecho a criticar el trabajo de la Selección. El equipo verde es de todos los mexicanos, no del técnico en turno.
Estaba enterado que hay proliferación de jugadores extranjeros, quienes ocupan los puestos clave en nuestro torneo y la poca oportunidad existente para el elemento nacional.
Conocía la lucha interna de la Femexfut a nivel directivo y cómo las patadas bajo de la mesa inciden en los apoyos a la Selección.
No era nueva su rivalidad con Hugo Sánchez, quien franco y en ocasiones incluso grosero, cuestiona constantemente el trabajo del argentino.
Entonces, si sabía todo esto, no se vale ahora hacerse el espantado o asumir posición de víctima.
Todo este embrollo surge de dos vertientes, a saber: El delirio de persecución de La Volpe y su dificultad para comunicar sus conceptos, sobre todo, a la prensa.
Soluciones: Para revertir el primer aspecto, dedicarse exclusivamente a trabajar, sabiendo que la chamba del técnico puede ser ingrata.
Para el segundo problema, abrir menos la boca con declaraciones prepotentes como, "vamos a calificar caminando" o "voy a ganar la Copa América" y limitar su interacción con los reporteros.
El técnico no tiene por qué hablar a diario con la prensa y menos contestar preguntas estúpidas de reventadores profesionales.
Bienvenidas sus disculpas, señor La Volpe. Ahora ¿qué sigue?.