CABALLERO
Charlando con el maestro Carlos Bianchi, a la única conclusión que se puede llegar es que el señor es un verdadero caballero.
Carlos fue un jugador extraordinario, contradiciendo la teoría que indica que los buenos futbolistas no son, necesariamente, grandes técnicos.
Goleador nato, triunfó en su natal Argentina y luego, como dice la canción, por esas cosas raras de la vida, no paró en México sino en Francia.
Bianchi pudo venir a enrolarse en las filas de La Máquina celeste del Cruz Azul allá por los setentas; vivió en México casi un mes, se entrevistó con don Guillermo Álvarez Macías, fundador del concepto Cruz Azul, visitó su casa en Cuernavaca y dejó constancia de su calidad humana.
Por ahí se maneja que en su lugar vino Miguel Marín, que en gloria esté y sin cuestionar la positividad del cambio, cada uno de ellos escribió una brillante historia en el futbol que les tocó jugar.
Carlos Bianchi sufrió doble fractura de tibia y peroné en la época en que esa lesión no sólo equivalía a dejar el futbol; era un pasaporte a la invalidez.
Su carácter, pasión por el balompié y el irrestricto amor de su esposa, le ayudó a superar el trance y volver a las canchas a romper redes.
Como entrenador, Carlos Bianchi ha ganado todas las competencias en las que participó con clubes de su país. Campeón en los torneos locales, monarca en la Copa Libertadores y campeón mundial de interclubes avalan la sabiduría de este hombre a quien se le ha puesto el sobrenombre de Virrey.
Quizá la mejor demostración de la capacidad de Carlos Bianchi la dio cuando dirigió a Vélez Sarsfield, conjunto de corte más bien modesto, al cual el maestro supo sacar raja a cada uno de sus jugadores hasta llevarlos incluso a coronar el orbe.
Bianchi es, además, un filántropo; preside una asociación que ayuda a los más necesitados, no sólo en su país sino en lugares tan distantes como algunos países de África.
Pero el rasgo más importante de Carlos es su faceta de padre de familia; esposo amante, padre cariñoso, abuelo adorable y sobre todo, comprometido a muerte con su proyecto familiar.
Católico practicante, tuve la fortuna de compartir misa con su esposa, él y los García Aspe allá en Corea, cuando la Copa del Mundo.
¿A qué viene todo esto? A que los únicos comentarios coherentes vertidos en la Copa América de un invitado externo, fueron los de Carlos Bianchi.
Independientemente de sus logros como jugador, de sus éxitos como director técnico, de su capacidad como comentarista, Carlos ha conseguido conquistar el Título de Hombre, que es el más difícil de conseguir en la vida.
La trivia de hoy: ¿Quién fue el último campeón goleador de Brasil en Copa América?.