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Columna de Arturo Brizio

DELICADA SITUACIÓN.

Una vez más el escándalo ronda al arbitraje mexicano, en esta ocasión con un delicado asunto con tintes sospechosos.

La asistente Nayeli Alarcón denuncia que el delegado de los árbitros en Morelos, Francisco Alva Meraz, sugirió canjear el ascenso de la chica por sus favores sexuales.

No se trata desde luego de un asunto menor, y sin prejuzgar la culpabilidad o inocencia de los involucrados, pues esta es una obligación de la autoridad judicial, sí comentaré el pésimo manejo que la Comisión de Árbitros ha dado a este espinoso asunto.

Por situaciones de disciplina y aparentemente falta de capacidad, la directiva arbitral comunicó a la señorita Alarcón su baja definitiva e incluso le solicitó a Decio de María envíe la comunicación correspondiente a FIFA para que le fuera retirado el gafete que la acreditaba como asistente internacional. Cabe aclarar que Nayeli, pese a su categoría de juez internacional sólo actuaba en encuentros de las divisiones inferiores.

Al ser enterada de tal situación, la joven abanderada envió una carta a la Comisión de Árbitros donde solicita se reconsidere su baja, pide la restitución de su puesto además del gafete internacional y la garantía del 50% de las designaciones en juegos de los torneos Apertura 2004 y Clausura 2005 del futbol mexicano.

A cambio de ello, la juez morelense se compromete a no denunciar el hostigamiento sexual de que ha sido objeto, según su dicho, desde hace diez años por parte de Alva Meraz, así como no recurrir a la Comisión de los Derechos Humanos y a la autoridad laboral.

Desconozco los principios y valores que puedan regir la vida de Nayeli Alarcón, pero me asalta la duda de si es posible cambiar la honra por designaciones y un gafete de FIFA.

La Comisión de Árbitros, en lugar de constituirse en Tribunal de Honor y Justicia y escuchar a las partes, sólo ratificó la baja de Nayeli, la cual, de acuerdo a su escrito previo, procedió con las denuncias y demandas correspondientes.

El asunto ha trascendido la esfera de la Federación, llegando a los medios de comunicación y a diversas instancias gubernamentales, a lo que la Comisión de Árbitros responde pidiendo la renuncia del delegado Francisco Alva Meraz.

El contador Alva se niega a dimitir alegando que sería como aceptar la culpabilidad en este penoso trance y entonces se le da de baja en sus funciones.

Ahora se habla de reinstalar en sus funciones a la joven árbitro pero, ¿y las demandas?, ¿y el buen nombre de las personas involucradas?, ¿y la credibilidad del gremio? Son preguntas que deben ser contestadas a la brevedad.

Al arbitraje mexicano le costó mucho trabajo y años adquirir categoría, transparencia y credibilidad, y son dos dirigentes, y extranjeros para acabarla de amolar, los que lo han enlodado.

Primero, el penoso asunto del Rizo-gate donde Edgardo Codesal exhibió sus miserias morales y ahora Arturo Yamazaki con un torpe manejo en un asunto que, por su delicadeza, debió tomar con toda seriedad desde un principio.

A estas alturas, me parece que ya es intrascendente lo que pase a nivel deportivo; lo que está en juego es el decoro de una dama y el prestigio de un profesionista.

Alva y Alarcón necesitan mostrar su inocencia, so pena de quedar marcados para siempre.

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