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Columna de Arturo Brizio

SUPERNIÑA.

Concluyeron los Juegos Olímpicos y su cauda emotiva hace palidecer otras manifestaciones deportivas, pero es importante hacer hincapié en lo realizado por la golfista tapatía Lorena Ochoa el pasado fin de semana.

En un país desacostumbrado a las victorias, todavía con el escozor que produce no haber logrado triunfos olímpicos y con el fantasma de creer que todo en el deporte es futbol, resulta gratificante observar el temple, la técnica y la indiscutible calidad de esta joven orgullosamente mexicana.

Lorena ganó su segundo torneo dentro de la LPGA y lo hizo brillantemente al derrotar, entre otras, a la coreana Grace Park.

Con siete birdies en la última ronda, esta mujer de 22 años logró el recorrido del campo de Berkleigh con 65 golpes, siete debajo del par y conquistó el trofeo que la acredita como la reina del Wachovia LPGA Classic jugado en Kutztown, Pennsylvania.

El hecho de ganar un torneo en el Tour femenil ya merece el aplauso, pero hacerlo con la frialdad y consistencia que lo hace la tapatía, la verdad, constituye un hecho insólito.

Al margen de las ganancias obtenidas durante el año que, por cierto, ya superan el millón de dólares, los números de la golfista son para dejar boquiabierto a cualquiera y permiten vaticinar que, de seguir en esta línea, Lorena Ochoa será en unos años una verdadera leyenda.

Destacados analistas en este hermoso y complicadísimo deporte han hecho un comparativo entre los logros de Lorena en su primer año como profesional y el de Annika Sorenstam, de 1995, considerada la número uno en el golf actual.

Independientemente del monto económico, pues los premios en aquellos tiempos eran menores, Ochoa aventaja a la jugadora sueca en rubros tan importantes como aquellos torneos en que aparecen en el Top Ten con 14 de la mexicana por 12 de Annika y el score promedio donde Lore se impone 70.02 por 71.00 de la escandinava.

La base de los logros de Lorena Ochoa no difieren demasiado de la de otros deportistas mexicanos: un apoyo familiar ilimitado, trabajo a conciencia, nulo soporte oficial, entender que el fogueo se da sólo en la alta competencia y un ferviente deseo de destacar ausente de complejos.

Alguien puede decir que el golf es un deporte de élite pero los apoyos que recibió Ochoa fueron de su familia y la beca en la Universidad de Arizona le permitió perfeccionar el juego para el que demostró talento desde que era pequeña.

El esfuerzo individual es la constante en el deporte mexicano y encuentra su crisol en la unión y sacrificio familiar. Sí, así como los Salazar, Belem y Ana Gabriela.

Felicidades Lorena, sigue siendo "superniña".

En otras manifestaciones del deporte nacional que afortunadamente no son del futbol, destaca este fin de semana la actuación del lanzador Edgar González con los Diamondbacks de Arizona.

Resulta que en su enfrentamiento ante los Rojos de Cincinnati lanzó por espacio de seis episodios juego perfecto; Desgraciadamente en la fatídica séptima entrada perdió la posibilidad de la blanqueada y salió sin decisión pero dio muestras de poder, control y un gran repertorio. Ojo con él, apenas tiene 21 años.

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