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Columna de Arturo Brizio

ESPALDARAZO.

La Comisión de Árbitros de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) decidió respaldar al silbante Manuel Glower luego de su polémica actuación en Puebla el pasado domingo. Como se recordará, el arbitraje del veracruzano no fue del agrado del propietario del cuadro de la Franja, Francisco Bernat, quien bajó al vestidor de los de negro acompañado de su equipo de seguridad y, según la cédula, agredió al cuerpo arbitral.

El citado apoyo a Glower por parte de la dirigencia arbitral consistió en designarlo inmediatamente para volver a silbar y lo hizo en el partido que definiría un boleto directo a la Copa Libertadores, entre Pachuca y Monterrey.

Lo raro de todo esto es la forma en que se acordó la designación del silbante y hasta dónde se ha llegado a degradar la investidura arbitral. Para esto hay que hacer un poco de historia, pues el hecho de que los árbitros hayan ido en tropel a la Federación a manifestar su inconformidad por lo sucedido en Puebla no es nuevo, por el contrario, lo aprendieron y muy bien de su anterior presidente, el doctor Edgardo Codesal.

El hábil galeno instauró un régimen de terror en el grupo arbitral, donde declaró que quien no estaba con él estaba contra él y así estableció una cadena de complicidades con los árbitros más conocidos del futbol mexicano, quienes cada vez que peligraba la cabeza de su patrón hacían manifestaciones de apoyo, recolectaban firmas e incluso amenazaron en más de una ocasión con parar el campeonato.

El problema creció pues la tibia dirigencia federativa se asustó y permitió el chantaje de los silbantes, situación que llegó al extremo de amenazar con no arbitrar una liguilla. La comparecencia de los jueces, el lunes pasado con Decio de María fue una reminiscencia de esos desplantes, es decir de aquellos lodos.

Pero volviendo al presente y a Manuel Glower, no es la H. Comisión de Árbitros, presidida por el ínclito Arturo Yamazaki, quien decide ponerlo a arbitrar inmediatamente y en un partido tan importante. No, ¡fueron los propios árbitros quienes le exigieron la designación! Qué moños tan bien puestos.

La comisión debió actuar con prudencia y autoridad; prudencia para no comprometer a un árbitro que, luego de los sucesos del pasado domingo, está desconcentrado y preocupado; también faltó autoridad para impedir que los árbitros, sus subordinados, presionen para hacer valer su fuerza gremial.

Si le tiene Yamazaki tanta confianza a Glower, ¿por qué no arbitra en la jornada 13? El futbol tiene que dejar de ser rehén de los árbitros, que además, la mayoría de los internacionales son empleados de la Federación, pues reciben un sueldo bajo el esquema de una supuesta "profesionalización".

La unidad que presumen los silbantes la deberían hacer valer para obtener mejores condiciones de entrenamiento, capacitación y organización. Lo demás, incluido el espaldarazo a Manuel Glower, es gastar pólvora en infiernitos.

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