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Columna de Arturo Brizio

TIEMPO DE FIESTA.

La temporada regular en el futbol mexicano de la Primera División está llegando a su fin, y aparece en el horizonte ese festivo evento llamado Liguilla. Podríamos pasar una buena tarde de café discutiendo las bondades o los perjuicios que el sistema de competencia ha traído a nuestro balompié; lo cierto es que, ya se vea como negocio, como fomentador de la mediocridad, reventador de técnicos o presionante de árbitros, la fiesta grande resulta un gran espectáculo.

Esta campaña perderá dos momentos, que siendo previos a la Liguilla se parecen mucho a la forma de jugarla, y son los de la fecha 17, en la que normalmente todos los encuentros resuelven algo y la repesca. Hoy, la fecha postrer del campeonato sólo puede modificar los lugares de los invitados y no habrá repesca.

Pero bueno, independiente de lo quedado a deber, hay que irse frotando las manos ante lo que está en puerta, pues serán encuentros excitantes, generalmente bien jugados y con una importante dosis de presión.

Para analizar a los participantes, tomando en cuenta que, salvo el Veracruz, los demás todavía se pueden mover, partiremos de la base de lo que de ellos se esperaba y qué tanto lo cumplieron.

Por supuesto que el grupo de clubes que hicieron mucho más de su expectativa fueron el superlíder Veracruz, el Atlas y el Atlante.

Los Tiburones Rojos armaron un buen cuadro, con Blanco como líder pero que era una incógnita. Lograron volver invencible su estadio y aunque considero que el rendimiento ha venido a menos, se le debe dar el beneficio de marcarlo favorito.

Atlas y Atlante son dos sólidos ejemplos de cómo, brindando la oportunidad a jóvenes jugadores y técnicos mexicanos, con poca inversión se pueden lograr grandes cosas. Una ventaja adicional lleva este par: no tienen nada que perder, de ahí su peligrosidad.

El campeón Pumas se rehizo de un pésimo inicio para terminar calificando de la mano de un grupo mediocre, sin embargo, su oficio, mentalidad ganadora y la defensa de la corona obligará a doble esfuerzo a quien los quiera vencer.

Guadalajara, el otro finalista del torneo pasado, ha recompuesto la figura y llega como peligroso invitado guiado por un arquero extraordinario como Oswaldo Sánchez.

Monterrey ha hecho una buena campaña devolviendo el gusto por su equipo a la afición regia; es en esto donde radica su peligrosidad pues el "Tec" será una aduana durísima, aunque es bien sabido que de visitante sufre una extraña transformación.

El Toluca es de los habituales invitados a la fiesta grande y generalmente es un buen animador; parecen haber limado asperezas Ferreti, Cardozo y Lebrija, y de ser cierto, ¡aguas con ellos! Los rojos no modifican su accionar de local o visitante.

Finalmente, y aunque no concuerdo con llamar a alguien "caballo negro", lo cierto es que nadie en su sano juicio quisiera enfrentar al Pachuca; el cuadro de Romano es sinónimo de equilibrio, y en un leve descuido, se mete hasta la cocina.

El arbitraje estará presente en esta fiesta, y quitando a Alcalá, Archundia y Marco Rodríguez, los demás están como para invocar la presencia de Dios.

¡Suerte a todos!.

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