CÁNCER.
Por
Arturo Brizio Carter
Se ha destapado un escándalo en el deporte mundial al ser descubierta una red que suministró esteroides a atletas de élite.
El dopaje es uno de los enemigos más temibles de la competencia deportiva, pues implica desprecio por la equidad, deseo de ganar pese a todo, olvido de la ética e incluso peligro de muerte, amén de haberse convertido en un gran negocio.
Es a partir de una investigación sobre las actividades de los laboratorios BALCO, que un jurado federal en Estados Unidos ha ido desenredando una madeja de complicidades que podrían desembocar no sólo en el derrumbe de la imagen de algunas superestrellas sino en delitos sancionables con cárcel.
La sospecha de la ingesta de sustancias prohibidas por deportistas de alto rendimiento ha estado omnipresente, sobre todo cuando las marcas son derrumbadas, pero es la declaración jurada del astro de los Yanquis de Nueva York, Jason Giambi, la que destapó la cloaca. En ella, el tumbabardas aceptó haber ingerido esteroides suministrados por la firma BALCO, y fue tan grave, que los dirigentes del Bronx buscan cómo rescindir su contrato, del que adeudan todavía 82 millones de dólares.
Ahora que en este cáncer que amenaza al deporte mundial, como en cualquier asunto que implique corrupción e impunidad, tiene que haber por lo menos dos partes; la primera la integran por supuesto la fábrica de productos químicos pero también los entrenadores deshonestos que buscan que sus pupilos consigan el triunfo a cualquier precio. Por el otro, en un mundo cada vez más cerrado y competitivo, los atletas hacen del lema olímpico -más alto, más fuerte, más rápido- una forma de vida, aunque para obtenerlo haya que consumir sustancias que lleven a resultados mentirosos.
Bien por los jueces que corrieron la cortina y se pusieron a investigar aún a pesar de que pueda caer una lluvia de lodo sobre el deporte estadounidense. Ojalá se llegue al fondo y se castigue a esos vivales que presumían haber logrado medicamentos tan perfectos, que eran capaces de evadir los controles antidopaje. ¡Bonita forma de investigación médica!.
Nombres como Víctor Conte, fundador de BALCO, así como James Valente, Greg Anderson y Remi Korchemny sonarán duro los próximos días como autores materiales del asesinato a la ética en el deporte pero, lo más triste, es que verdaderos iconos de esta actividad, con records y actuaciones impresionantes, mintieron para lograrlo, y con ello, ni todas sus marcas, prestigio o dinero alcanzarán para lograr el perdón del más severo juez: el público.
La investigación deberá extenderse a otros países permanentemente bajo sospecha de dopar a sus atletas, China por ejemplo, donde incluso el entrenador de corredoras de fondo y medio fondo Ma Junren ha anunciado su retiro. ¡Qué fea es la trampa!.