Pañuelos Desechables
El asunto de la contratación de la jugadora Maribel Domínguez, por parte del Celaya de la Primera División A, creo que lejos de haber concluido, apenas empieza.
Como usted sabe, el cuadro cajetero, quiso incorporar como refuerzo a esta fémina, líder indiscutible y goleadora con la Selección Nacional y encontró el rechazo por parte de la Federación Internacional de Futbol (FIFA), al considerar desproporcionado el enfrentamiento entre diversos géneros.
La jugadora ha dicho que no cejará en su empeño, y habla de emigrar a algún país que posea liga profesional y así mostrar todo su potencial.
Sin embargo, en todo este asunto queda el tufillo de la manipulación, la publicidad barata y la utilización de una mujer de escasos recursos con fines poco éticos.
Me parece que la directiva del Celaya buscó el aplauso fácil y la notoriedad que no adquiere como equipo haciendo algo totalmente fuera de lo común, aun a sabiendas que hay antecedentes negativos por parte del máximo organismo rector del balompié mundial. En buen español, buscaron pasarse de lanzas.
La Femexfut se lavó las manos y le pasó el balón a Joseph Blatter, quien, contrario a su costumbre de no meterse en broncas, dictaminó la imposibilidad de que una mujer compita en una liga de varones.
Los medios de comunicación también jugaron un papel importante, destacando un evento como este en época de sequía informativa, ayudando poco al fin principal que era ofrecer un escaparate a la joven futbolista.
A favor de Maribel hay que decir que es la menos culpable de todo esto, pues ella lo que quiere es jugar; además, decidió dar un paso fuera de lo común, no le asustó invadir un universo destinado a los hombres, trató de medir fuerza y habilidad pese a las limitantes de su género, y de paso exhibió las creencias de la Federación Mexicana en cuanto a futbol femenil se refiere.
El destino de Domínguez parece incierto, puesto que es obvio que en nuestro país es inviable su participación y no existe liga profesional de mujeres.
El hecho de pretender jugar en el extranjero me parece remoto, no porque carezca de capacidad, pues ya jugó en Estados Unidos, sino porque el fundamento de su deseo nace del hecho de que se le impidió incursionar en el balompié varonil.
Es decir, si hubiera interés por ella en otros países, Suecia por ejemplo, se hubiera concretado después de los Juegos Olímpicos; una oferta en estas circunstancias parecería más producto de que la noticia dio la vuelta al mundo que de su innegable capacidad.
Ahora, como siempre, no faltan los vivos que quieren luchar con la situación y hasta el Presidente Municipal de Celaya se apuntó para ayudar a la jugadora, claro, sólo si ella se lo solicitaba.
Aunque deseo de todo corazón que le vaya bien a Maribel, básicamente porque se lo merece, creo que este sainete no tendrá un final feliz.
El caso Domínguez me recuerda lo sucedido con Virginia Tovar, la árbitra profesional a quien la Federación y los medios le dieron uso de pañuelo desechable. La verdad, no se vale.