P U E D E S E R M E J O R
El pasado cuatro de enero constituyó una fecha histórica para el futbol mexicano, pues se jugaron los partidos correspondientes al Torneo Interliga, del que saldrán los dos representantes del balompié nacional a la Copa Libertadores de América.
Si bien es cierto que esto se dio a jalones y estirones, obedece más al interés del promotor que a los buenos oficios de nuestros federativos y es grato saber que los clubes aztecas accederán directamente al máximo torneo continental.
Una vez celebrado y reconocido el acontecimiento, debemos denunciar que la eliminatoria es rica en defectos, muchos de ellos remediables, por lo que los organizadores tendrán que resolverlos para la próxima edición y la Federación Mexicana de Futbol, exigirlo.
Al margen de que la fecha para jugarlo es inapropiada, quizá no quede de otra, a menos que se eliminara de nuestro sistema de competencia el inútil repechaje; en este caso se ganaría una semana que haría más viable la celebración del Interliga.
Pero lo que sí se debe remediar a la brevedad es el tema de las canchas; resulta increíble que con tantos estadios en excelentes condiciones en el Estado de California se haya obligado a jugar a los integrantes del grupo A en la infame grama del Stagg Memorial Stadium de la ciudad de Stockton. La verdad, ese muladar convertido por capricho del comité organizador en terreno de juego, no cobró más víctimas por obra y gracia de Dios, pero resulta peligroso, inseguro e impropio para la práctica del balompié.
El balón es otro detalle a revisar; habría que saber cuáles son los alcances de los contratos para obligar a los equipos mexicanos a jugar con un esférico que en realidad es una pelota de playa. El balón con que se juega en México es mejor y podría incluso comercializarse.
Un problema que crece cada vez más y no parece tener solución pronta, es el arbitraje; resulta que los encuentros son silbados por jueces de Estados Unidos, los cuales no reúnen el perfil de personalidad, conocimiento reglamentario ni condición física para llevar a buen puerto partidos con alto grado de dificultad.
Los equipos participantes deben exigir mejores árbitros y si no logran que sean mexicanos, por lo menos que una selección de los mejores jueces de Concacaf sancionen el torneo. Sobre todo cuando la Comisión Disciplinaria que pondrá las penas a que se hagan acreedores los jugadores, será la de México.
Antecedentes hay varios, cuando Toluca y Morelia jugaron por la Copa Libertadores a visita recíproca, jueces mexicanos-Eduardo Brizio y Armando Archundia-, dirigieron las contiendas; en alguna ocasión en el Coliseo de Los Ángeles, Cal. dos clubes argentinos disputaron una final en un torneo similar al que nos ocupa y trajeron árbitros brasileños.
En fin, el torneo es perfectible, pero en cuestión de arbitraje el tema parece pasar por lo económico. Mientras a un juez norteamericano se le paga el equivalente a 2,500 pesos, un silbante nacional cobraría 11 mil pesos más viáticos.
Consejo: no por cuidar los centavos le resten brillo a un torneo que puede llegar a ser sensacional.
En lo futbolístico tuvimos de todo como en botica; un partido que pareció de lucha libre, como el escenificado entre Tigres y Atlas donde el faul artero, la agresión de callejón y la reclamación reiterada, fueron el táctico del partido. Ganó el Atlas pese a los rijosos felinos y al árbitro.
Toluca y Morelia se enfrascaron en un duelo complicado que se resolvió gracias a la genialidad de Cardozo quien le puso medio gol a Abundis pese a estar lesionado de una costilla.
Chivas debutó a sus refuerzos pero no le alcanzó para vencer a Santos y en el mejor partido de la jornada América amenaza con estar listo para cosas grandes con una delantera punzante que le permitió doblar a los Potros de hierro del Atlante.
La semana será rica en información de contrataciones y emociones en la llamada Interliga.