DOS TIPOS DE CUIDADO
En este futbol nuestro de cada día, donde todo puede suceder, acontece el regreso a la dirección técnica de dos hombres que poco han obtenido en los últimos tiempos: Carlos Reinoso y su tocayo De los Cobos.
Quizá sea la sequía de resultados lo único que tengan en común además de su extracción americanista pues De los Cobos llegó incluso a jugar bajo las órdenes del estratega chileno.
Carlos de los Cobos tiene una carrera con pocos logros deportivos y llega al banco del Querétaro por la vía de la Gerencia Deportiva en sustitución de Osvaldo Batocletti; es decir, en buen castellano huele a grilla y a movida de tapete por parte del hoy flamante técnico para quedarse en lugar del famoso ?Bato?.
La directiva queretana manifestó que Osvaldo no logró, igual que su antecesor Alfredo Tena, la meta de 25 puntos. Pues qué ingenuidad, ya que a ese plantel apenas le va a medio alcanzar para salvarse del descenso y si eso sucede, que se den de santos.
Dudo mucho que cambiar dos técnicos en la misma temporada sea la solución para los Gallos Blancos, a quienes sus acelerados directivos tienen con un pie en el infierno, cumpliendo cabalmente la maldición del Estadio Corregidora.
El caso de Reinoso, aunque diferente en cuanto a experiencia y números, también tiene lo suyo pues el andino ha ido de fracaso en fracaso.
Desde que ganó el campeonato con las Águilas del América hace ya casi 20 años Reinoso no ha ganado nada. Fue subcampeón con Tampico-Madero en un par de ocasiones y con el León perdió la final ante Cruz Azul con aquella legendaria agresión de David Ángel Comizzo a Carlos Hermosillo.
Precisamente con el León, esta vez con Carlos Ahumada, se contrató para ascender al cuadro esmeralda y fracasó al perder el juego definitivo ante Irapuato.
El estratega chileno es uno de los entrenadores que más partidos ha dirigido en el futbol mexicano abajo sólo de nombres tan ilustres como Ignacio Tréllez, Carlos Miloc, Javier de la Torre y Alberto Guerra; el récord de victorias es interesante, pero insisto, los buenos resultados hace rato escasean.
Pero quizá lo más complicado en Reinoso sea su temperamento y la forma en que encara los partidos de futbol.
Hay una certeza de que exige a sus pupilos que lo llamen ?Maestro? y pretende que jueguen como él lo hacía, lo cual es, además de absurdo, imposible.
Además, resulta contradictorio que un hombre que jugó al futbol como el gran creativo de su época, haga de sus equipos una caterva de delincuentes, dispuestos a ganar a toda costa incluso lesionando al rival.
En su último empleo, Reinoso ha sido señalado como cómplice y autor intelectual de las tropelías que se cometieron contra los visitantes en León tanto en los hoteles de concentración como en las instalaciones del Estadio Nou Camp.
Gases lacrimógenos, micrófonos y cámaras ocultas, calefacción que hacía arder el vestuario del rival y otras lindezas no son la mejor carta de presentación para un entrenador.
En fin, de estos dos tipos de cuidado uno llega al timón queretano metiéndose por la oficina; el otro, con sus contactos y publicistas convenció a Eduardo del Villar que era una buena opción.
Por el bien de estas instituciones ojalá no se hayan equivocado, pues para los dos Carlos este puede ser el último tren.
Suerte al Gerente y al ?Maestro?.