PRIORIDAD.
Ha caído el telón del campeonato mexicano y tras una final tensa, bien jugada, emocionante por momentos, planteada en forma interesante por los técnicos y resuelta en la última instancia de los penales, Pumas levantó el trofeo que lo acredita como el rey.
El drama del encuentro radicó en que, desde el principio hasta el fin del tiempo extra, pudo ganar cualquiera; en lapsos importantes los felinos parecieron ser más pero Chivas atacó con inteligencia y peligro, amenazando con horadar la meta defendida por Bernal en el postrer minuto del cotejo.
Vendrá el festejo, lógico y merecido pues Universidad es una gran institución donde todos los integrantes entienden su función y la aplican en beneficio del grupo. Hugo Sánchez, ese hombre que parece alinear permanentemente en el equipo de Dios, suma un logro más a su impresionante palmarés y amplía su horizonte profesional.
Luego de las vacaciones, el llamado ?futbol de estufa? cuando se cocinan cambios, transacciones y refuerzos donde, de paso lo comento, ojalá no desmantelen al hoy campeón.
Es en estos tiempos de calma donde se debe invitar a la reflexión a todos los involucrados en un tema fundamental para el buen desarrollo de los torneos en México: el arbitraje.
No es la primera liguilla en que el balance de las actuaciones de los hombres de negro es negativo. Es increíble que lo que debería ser la regla, el buen arbitraje, se convierta en la excepción.
Mientras para los altos dirigentes de nuestro balompié el arbitraje no se convierta en prioridad, seguirá sumido en la mediocridad y en una crisis que ya espanta.
Entender esta cuestión como prioritaria debe tener aparejados cambios de fondo en la estructura de la Comisión de Arbitraje. Nombrar un presidente de personalidad y conocimientos; elevar el nivel del panel de instructores; dotar al organismo de un presupuesto propio que le permita implementar cursos, clínicas y visorías, a fin de detectar nuevos talentos. En fin, una verdadera revolución en el gremio de los jueces.
El público no se merece trabajos como los realizados por Sergio Silva, Germán Arredondo, Jorge Gasso y el comentadísimo Manuel Glower.
De la duda al descrédito hay un solo paso, de entender el error humano o pensar en dolo también. Está en todos, directivos, entrenadores, jugadores, prensa y por supuesto, los propios árbitros, en detener esta caída libre de una agrupación que ha dado brillo a México a nivel mundial.
Postergar la decisión será prolongarle la agonía al enfermo.
Mención aparte merece el muy buen trabajo realizado por Gilberto Alcalá en la Gran Final.
Gil recibió una estafeta muy caliente luego del monumental error de Glower en el juego de ida y resolvió con atingencia y buen criterio los problemas que se le presentaron.
Hizo un buen desgaste físico, manejó adecuadamente las tarjetas y cuando el partido subió tornándose dramático, conservó la serenidad y la calma.
Con su labor, Alcalá magnificó la injusticia que con él se comete al privarlo de asistir a Juegos Olímpicos y competir por un lugar en la próxima Copa del Mundo.
Felicidades a Alcalá y a Pumas.
