Asignatura pendiente
Llegó el 2004 con una importante carga de incertidumbre. Prácticamente en todos los aspectos de la vida nacional e internacional es la duda el ente rector.
Reformas impostergables que quedaron arrumbadas hasta mejor ocasión; crecimiento económico escuálido en caso de obtenerse; partidos políticos que han secuestrado al país y se muestran incapaces de resolver sus reyertas internas; escalada terrorista que amenaza la paz mundial haciendo víctima a la población inocente, en fin, complicado luce el panorama.
Hablando de deportes, que es lo que me toca, tenemos un aspecto que salió reprobado en el año que terminó y que deberá mejorar ostensiblemente en este 2004: El arbitraje.
Los hombres de negro estuvieron muy por debajo del nivel del torneo mexicano y sus erráticas actuaciones influyeron para decidir partidos fundamentales. Sin embargo, se rescataron los partidos finales con dignas labores de Alcalá y Rodríguez y eso basto para que los dirigentes arbitrales echaran las campanas a vuelo.
Me permito compartir con usted, amable lector, las razones que han propiciado esta crisis y algunas propuestas de solución, pero es fundamental que las autoridades federativas entiendan que es urgente atender el gremio de los silbantes.
Existe una crisis que tiene tres vertientes a saber: de talento, de número y de credibilidad.
México ha sido puntal del arbitraje a nivel mundial y aunque todavía quedan muy buenos jueces, la realidad es que solo tres o cuatro pueden actuar en cualquier cancha del mundo. En nuestro país se llegó a tener una plantilla arbitral de 25 elementos de gran calidad y aspirantes con posibilidades en todas las divisiones pero en la actualidad es pobre la cosecha y finalmente el torpe manejo que se dió al lío Codesal-Ramos Rizo hizo que la gente le perdiera la confianza a los colegiados.
La Federación Mexicana de Futbol cree que la solución del problema está en el hombre que dirija a los arbitros; yo creo que no.
La fórmula tendrá que partir de un plan serio y estructurado que reconozca el problema y vaya en pos de la mejoría, de elevar la calidad y devolver el brillo a esta sufrida pero hermosa actividad.
La crítica debe ser propositiva y en tal sentido, aventuro algunos puntos que ayudarían a la resolución de esta crisis.
1.- Cursos institucionales a nivel nacional para arbitros, instructores y visores con un riguroso sistema de selección a fin de que el aspirante cubra el perfil deseado desde el inicio.
2.- Visorías que permitan incorporar al arbitraje profesional a elementos que actúan en el llamado ?llano? y que están en el olvido por parte de la Federación.
3.- Voltear los ojos a la provincia pues el talento arbitral no escoge vivir en la capital del país sino que existe en todos los estados de la República.
4.- Examenes físicos y reglamentarios trimestrales que permitan saber que tan aptos se encuentran los jueces en todas las divisiones.
5.- Retomar la charla técnica semanal para el análisis de los partidos, sobre todo de Primera División pues es un excelente aprendizaje para los aspirantes.
6.- Otorgar una gran transparencia a la categorización de los árbitros cada temporada para que todo el mundo sepa quienes son los silbantes que actuarán en cada división.
7.- Concientizar al grupo de volver a los principios de discreción, lealtad y buen comportamiento a fin de evitar la nociva relación con dirigentes y jugadores.
En fin, que este año será crucial para que los silbantes puedan aprobar siempre y cuando el trabajo, sea quien sea su director, se haga a la voz de ya. El descrédito arbitral afecta a todo el futbol.